Fue funcionario policial desde siempre
“Era un muchacho rebelde, con ideales de libertad. Incorruptible, fiel al uniforme y a la institución. Tenía mucho parecido con su madre, los mismos ojos y la sonrisa pícara”.
Caracas//Notipascua.com//
Óscar Pérez creció en los pasillos del Cicpc de Parque Carabobo. Su madre, Aminta Rosa Pérez Carrero, se desempeñó como secretaria de ese organismo en las áreas: Experticia de vehículos y Homicidios, a mediados de los años 70.
Tirsa Antuárez, comisario jubilada del cuerpo detectivesco y allegada a la familia, señaló que Pérez “siempre quiso ser policía y despertó interés en la investigación. Era un muchachito que metía la nariz en todo”.
Su trayectoria como funcionario lo llevó a ocupar la jefatura de Operaciones en la División Aérea y en la Brigada de Acciones Especiales.
“Era un muchacho rebelde, con ideales de libertad. Incorruptible, fiel al uniforme y a la institución. Tenía mucho parecido con su madre, los mismos ojos y la sonrisa pícara”.
Luego de los hechos del 27 de junio del 2017, Óscar Pérez envió a su esposa, Danahis Vivas, junto con sus tres hijos a la ciudad de Hermosillo, estado de Sonora en México, desde los últimos meses del año pasado.
Oscar Pérez, el ‘Rambo’ de ojos claros que sacudió a la ya estremecida Venezuela, era polifacético: además de piloto de helicópteros, se define como buzo de combate, paracaidista libre y actor aficionado de cine.
El policía, de 36 años, ejercía como jefe de operaciones aéreas de la Brigada de Acciones Especiales de la policía científica venezolana: el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC). Su carrera en la institución se prolongó durante16 años.
Era un apasionado de las armas de fuego, también de los perros, pues era instructor canino y un pastor alemán le solía acompañar en sus entrenamientos. Tenía habilidades para el buceo, incluso haciendo burbujas bajo el agua.
Pérez protagonizó en 2015 la película ‘Muerte suspendida’, de la que también fue coproductor, basada en el secuestro de un comerciante portugués en Caracas en 2012. Antes del estreno del filme, Pérez aseguró que escuchar a un niño decir que quería ser un «pran» (delincuente líder en las cárceles venezolanas), lo motivó a hacer la película. Esa aparente fibra sensible lo llevó a abrir una fundación que ayuda a niños especiales.
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