A pesar de que un ataque de pánico suele presentarse rápidamente y de forma descontrolada, presentando un alto nivel de estrés y miedo, sin embargo, puedes controlarlo siguiendo estas claves
El pánico no siempre se encuentra relacionado con la ansiedad, aunque la persona que lo padezca puede llegar a perder el control de su pensamiento y cuerpo, hasta el punto de involucrarse con la situación que se presente al momento del ataque. Son momentos que generan un alto nivel de estrés y miedo posterior que se acaba asociando a la situación donde ocurrió.
Es importante considerar que cuando una persona sufre un ataque de pánico, la ansiedad sentida es incontrolable, llegando a sentir síntomas físicos como el de llegar a morir o desmayarse en cualquier momento. Estas sensaciones generan un miedo que aumenta la ansiedad que ya existe de base, perpetuando ese ataque y propiciando que ocurra en futuras ocasiones.
A pesar que no siempre permanece relacionados con el estrés en alta medida o la ansiedad, es ahí donde tiene su origen, puesto que la persona se encuentra en un estado físico y mental de alerta el cual suele descontrolarse por inconvenientes que viva al momento o incluso minutos u horas atrás.
Es por esto que la terapia psicológica suele fungir como un principal papel para saber tratar no solo el ataque de pánico, sino la situación ansiosa y estresante que hay detrás. Destacando que inicialmente el ataque de pánico aparece, normalmente, sin aviso previo sobre todo en las primeras ocasiones, teniendo una duración corta, no más de 20 minutos, aunque síntomas residuales pueden aparecer en las horas posteriores.
Identifícalo como dificultad para respirar y sensación de ahogo, aumento de la frecuencia cardíaca seguido de palpitaciones, sudoración, escalofríos y temblor por todo el cuerpo. Dolor en el estómago y náuseas, opresión en el pecho, con pensamientos de poder estar sufriendo un infarto. Miedo a perder el control, desmayarse o, incluso, morirse.
Controlarlo es posible
A pesar de que los ataques de pánico tienen una aparición repentina, una vez que aparece, podemos atenuar los síntomas y mantener el control de la situación, puesto que hará que tomemos conciencia de lo que está ocurriendo y podamos salir de ello.
Es importante de que observes tus sensaciones físicas y mentales, luchar contra ello o simplemente rechazar tus pensamientos hará que los síntomas lleguen a crecer. Simplemente deja que ocurran.
Respira, este es uno de los síntomas claves es la sensación de ahogo y la hiperventilación que puede llegar a aparecer. Como consecuencia, se eleva el nivel de oxígeno en sangre por encima de lo necesario. Para contrarrestarlo, debemos bajar nuestro ritmo a través de la técnica de respiración diafragmática. Si fuera incontrolable, respirar dentro de una bolsa te ayudara a reducir el oxígeno en sangre.
Aquieta los pensamientos, ya que los que aparecen son obsesivos, alarmantes y catastrofistas. Sé consciente de ello, de su irracionalidad y de su falta de veracidad, procura desviar el foco hasta otros más neutrales.
Y por último relaja los músculos, aunque la respiración es uno de los síntomas más visibles, también lo es la tensión de nuestros músculos. Para relajar la musculatura, céntrate por partes en los músculos de tu cuerpo y tensa y destensa esa zona durante unos segundos.
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