Marrakech es una ciudad llena de encanto y sorpresas. En su sur se encuentra la medina, una zona que ofrece una amplia variedad de atracciones para los visitantes. Desde zocos hasta museos, pasando por palacios, talleres de artesanos y tiendas de las mil y una noches Es un paisaje sugerente que combina perfectamente con el sabor de un té a la menta y un tajine.
La única ciudad de España que tiene un encanto parecido a Marrakech, es Ibiza. Aunque la isla de Ibiza es conocida por su fiesta nocturna, la pequeña de las Baleares esconde una oferta de turismo cultural sin igual.
Consejo del viajero: para moverte por la ciudad y visitar otros lugares cercano es buena idea alquiler un coche. En nuestro viaje a las Islas Baleares, el alquiler coche Ibiza nos facilitó mucho nuestros desplazamiento.
Perdiéndose en la medina de Marrakech
Si no piensas moverte de la ciudad, no es imprescindible alquilar un coche. Si vas a pie debes sabe que, a pesar de la belleza de la medina de Marrakech, es fácil perderse en ella debido a su complicado entramado urbano. Para evitarlo, es recomendable conseguir un mapa detallado de la ciudad antes de emprender el primer paseo. El sur de la medina es una zona más tranquila que el centro de la ciudad, la plaza Jemaa el Fna, y menos transitada que la zona norte. La mejor manera de iniciar la excursión es por una de las puertas de la antigua muralla, como la de Bab Agnaou, que data de 1885 y está decorada con arcos concéntricos delicadamente trabajados en granito azul.
Siguiendo adelante por la calle de la Kasbah, se pueden visitar las tumbas saadíes. Aquí reposan los restos de los miembros de la dinastía saadí, que reinó en Marruecos entre los años 1554 y 1669. La arquitectura de las salas es delicada y cuenta con ornamentación en los techos y paredes cubiertas de luminosas piezas de cerámica. También se puede observar la sala de oración donde está el mihrab, que indica la dirección de la Meca.
Continuando por las calles del Mellah, el antiguo barrio judío creado en el siglo XVI, se pueden explorar las estrechas calles llenas de historia y cultura de Marrakech.
Vuelve a Bab Agnaou y desde allí, puedes seguir por la calle Ooba Bein Naifa y tomar a la derecha la calle de L’Electricité hasta llegar a la Place des Ferblantiers, que en su día formó parte del vecino barrio judío del Mellah.
Disfrutando de la terraza del café El Badi
Para tomar el primer té a la menta de la mañana, nada mejor que subir a la terraza del café El Badi, desde donde se ven los nidos de cigüeñas instalados en los muros del palacio El Badi. En esta zona también hay numerosos comercios de lámparas. En Assor Omar Malika, en el número 35 de esta misma plaza, hay una extensa variedad de lámparas artesanales para usar con velas, petróleo o aceite, aunque también se pueden adaptar para ser conectadas a la red eléctrica.
El Badi, El Incomparable
Con una inspiración de la Ahmabra de Granada, junto a la Place des Ferblantiers se encuentra el palacio El Badi O, construido por el sultán Ahmed el Mansour en el siglo XVI. Aunque está prácticamente en ruinas, los restos dejan adivinar lo que debió ser en su día y el porqué de su nombre, que significa el incomparable. Del que fuera el palacio más esplendoroso de África, ya queda bien poco, una extensa explanada con estanques y restos de edificaciones en las que aún se aprecian detalles ornamentales. Algunos restos de muros marcan lo que en el pasado pudo ser su silueta aerea.
Explorando la artesanía marroquí
La cerámica es uno de los fuertes de la artesanía marroquí. Si te interesa, puedes visitar Original Design en la calle Riad Zitoun el Jedid, 231, donde se apuesta por la renovación de los clásicos, ofreciendo a los visitantes piezas de inspiración contemporánea, con vivos colores y precios fijos. Además, si quieres llevarte un recuerdo de Marrakech, puedes adquirir una de estas piezas únicas y auténticas, que te recordarán tu viaje a esta fascinante ciudad.
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