FELIPE HERNÁNDEZ G.*
El 19 de abril de 1810 era Jueves Santo, ese día Venezuela se presenta en sociedad, y no fue poca cosa… Lo que Venezuela vivió en su parto republicano entre 1810 y 1812 fue algo extraordinario y magnífico: la transición a la Independencia con una muy sólida argumentación civil y democrática sobre el derecho de los pueblos a ser libres, darse su propio gobierno y proclamarse independientes sin guerra.
Parafraseando al padre Luis Ugalde (2018), “Si Madrid hubiera tenido visión, hubiéramos tenido una transición no traumática. Por el contrario, tuvimos la más larga (14 años) y destructiva guerra de todas las Américas y llegamos a 1825 con una Venezuela destruida, con las siembras abandonadas, la ganadería diezmada, la población desangrada y harapienta y la mayoría de sus líderes civiles muertos”. La pesada deuda de la guerra duró un siglo, e impidió una economía productiva y de paz y un sólido sistema educativo. Lo peor de todo, la guerra envenenó el alma venezolana sembrándola de caudillos, cada uno imponiendo “su república” con argumentos que salen de la punta de las lanzas y de los machetes. Triste, muy triste, que después de la batalla de La Victoria en 1902 (La Libertadora) amaneciera Venezuela en la misma pobreza que en 1825, sin democracia, sin ciudadanía y sin soberanía popular.
El 19 de abril de 1810 representó un movimiento político, civil y no militar que deja una enseñanza que está totalmente vigente el día de hoy, este no fue un episodio que nació de las armas, no fue como Francisco de Miranda soñó que iba a llegar con un barco lleno de gente y se alzaría como un guerrillero en las costas venezolanas y que esas personas lo acompañarían, que por las armas tomarían el poder en el país, esa no fue la vía, eso fracasó. Lo hermoso es que la libertad, la independencia venezolana nació de un movimiento del pueblo, de ciudadanos, de concejales, más no de militares, porque fue el Cabildo de Caracas quien concentró la aspiración y el deseo de libertad de la gente que liderizó ese paso, logrando desde el espacio del municipio dar el primer paso de independencia de América Latina…
Cuando desde el balcón de la Casa Amarilla, frente a la plaza Bolívar de Caracas, don Vicente Emparan y Orbe exclama su famosa frase, «yo tampoco quiero mando», nace Venezuela como república… Eso fue el 19 de abril, jueves Santo de 1810, y no fue poca cosa.
Valle de la Pascua, domingo 19 de abril de 2020.
* UNESR // Cronista del Municipio Leonardo Infante // fhernandezg457@gmail.com
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