Mediante algunas investigaciones se descubrió que algunas personas parecen más jóvenes o mayores, a pesar de tener la misma edad, se debe a los diferentes ritmos de cada ser humano y puede ser perjudicial para la salud
Luego de varios estudios fue demostrado que algunas personas pueden ser biológicamente mayores; es decir que envejecen más rápido que otras, a pesar de tener la misma edad cronológica. Otras, sin embargo, demostraron ser más jóvenes que lo que su edad cronológica indicaba y envejecer más lentamente de lo que deberían hacerlo.
Este fue aplicado a 954 personas nacidas en el año 1972 o 1973 en la ciudad de Dunedin en Nueva Zelanda, donde aproximadamente doce años estuvieron bajo la observación de los científicos. Cada participante acordó someterse a alrededor de 18 pruebas, incluidas las de presión arterial, función pulmonar, colesterol, índice de masa corporal, inflamación y análisis de la integridad de su ADN desde los 26 hasta los 38 años.
Posteriormente los investigadores calcularon una edad biológica para cada voluntario al comienzo del estudio y lo hicieron de nuevo cuando las personas cumplían 32 y 38 años. Como último paso, los combinaron para calcular el ritmo al que cada persona envejecía.
Según advirtió la dermatóloga Audrey Kunin en una entrevista con la revista Forbes, uno de los primeros signos de envejecimiento prematuro de la piel es la notable pérdida de la tez brillante, combinada con círculos oscuros, líneas finas o piel seca y menos elástica. Sin embargo, en la mayoría de los casos, las enfermedades crónicas o los cambios fisiológicos que vienen con el envejecimiento ya están bien establecidos en estos grupos.
Acorde a lo precisado en la investigación, el proceso de envejecimiento aumenta la morbilidad de las enfermedades relacionadas con la edad y las intervenciones antienvejecimiento son necesarias para reducir su carga y proteger la productividad de la población.
¿Se puede controlar?
Según explicó una dermatóloga el envejecimiento es un proceso biológico determinado por factores genéticos y externos. «La clave es identificar los factores de riesgo en cada caso y educar a la población en la incorporación de hábitos saludables», expresó.
Al comparar los grupos de envejecimiento se pudieron evidenciar algunas pistas acerca de cómo mantenerlo bajo control. «De los factores que influyen en el envejecimiento la gran mayoría, hasta un 80%, no son genéticos y, por lo tanto, están bajo nuestro control. Incluso el 20% basado en ADN es modificable hasta cierto punto».
Sin embargo, es fundamental identificar las causas del envejecimiento acelerado para poder ralentizarlo. «Tener una forma de medir, con relativa precisión, el ritmo al que envejece la gente proporciona una buena forma de rastrear si funciona o no un tratamiento antienvejecimiento«, advirtió.
Aunque algunos alimentos, por sus propiedades antioxidantes o por sus aportes vitamínicos, aportan beneficios para una piel radiante, retrasan el envejecimiento de las células y hasta ayudan a conseguir un bronceado perfecto, una dieta continuamente deficiente puede acelerar el proceso de envejecimiento de la piel.
Un hígado saludable, piel sana. La ingesta de alcohol en grandes cantidades provoca un envejecimiento prematuro de la piel. Cuando el hígado funciona de manera correcta, las toxinas que potencialmente podrían afectar la piel se expulsan naturalmente a través del cuerpo. Pero si se acumulan en el hígado y no se descomponen adecuadamente, la piel puede desarrollar una variedad de problemas, como el acné, las arrugas y los brotes de rosácea.
Además, el alcohol es deshidratante y perjudicial para el sueño. El descanso, además de fortalecer el sistema inmunitario, ayuda a evitar las ojeras y a que la piel luzca más joven y luminosa. La falta de sueño está relacionada con las arrugas, la pigmentación desigual y la elasticidad de la piel reducida.
«Lo fundamental es consumir, además de frutas y verduras, grasas saludables: palta, aceites, frutos secos, aceitunas y semillas por su contenido de antioxidantes que captan los radicales libres que envejecen a las células. Tomar agua y hacer ejercicio».
El exceso de consumo calórico, traducido en grandes ingestas de hidratos de carbono y grasa, provoca diversos daños en el cuerpo, lastimando el aparato cardiovascular y haciendo más propenso al cerebro a que padezca distintos tipos de demencia o problemas neurológicos.
La actividad física, practicada de forma apropiada para cada edad, ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares, fortalece los músculos y los huesos y ayuda al bienestar en general, fundamental para sentirse joven y con más energía.
La edad biológica es, por ende, la que se corresponde con el estado funcional de los órganos comparados con patrones estándar para una edad y es por tanto un concepto fisiológico. La combinación de diferentes hábitos saludables como realizar actividad física y llevar una dieta equilibrada es la clave para mantenerse joven y en forma durante muchos años más.
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