Luego de un estudio se determinó que el entrenamiento físico puede ser considerado como un potente fármaco, a pesar de que el estado de las personas que padezcan alguna enfermedad indique que no deban realizar ningún esfuerzo
Profesores del Centro de Investigación del Deporte de la Universidad Miguel Hernández de Elche, en España resaltaron que la actividad con una dosis adecuada como la intensidad y el tiempo harán que las personas con algunas patologías así se les recomiende ningún ejercicio, el realizarlo hará que se sientan mejor.
Cabe resaltar que en relación a las patologías cardiovasculares existen mayores evidencias científicas sobre la bondad de los ejercicios físicos para la rehabilitación de estos pacientes. Es por esto que la Organizaciones internacionales como la Sociedad Americana de Rehabilitación Cardiovascular y Pulmonar fija en tres fases los ejercicios físicos que deben hacer aquellos que han sufrido un infarto o un episodio grave cardiovascular:
La fase I, que es cuando el paciente permanece en el hospital, que por lo general será de 6 a 14 días, los ejercicios físicos recomendados se realizarán con movimientos amplios de los miembros, ejercicios en la cama, sentarse y levantarse de forma intermitente y caminatas.
Para la fase II y durante el período de convalecencia, es decir tras el alta hospitalaria pero todavía baja laboral (entre 8/12 semanas), la actividad física se prescribe después de determinar el perfil de riesgo y los resultados del test ergométrico. En cuanto a la fase III se llevaría a cabo un programa supervisado de desarrollo y mantenimiento, de 4 a 6 meses de duración, combinando ejercicios de fuerza con ejercicios aeróbicos.
La primera fase es primordial que comience cuanto antes, «aunque en el pasado se recomendaba que el paciente permaneciera en cama casi sin moverse hasta estabilizarse, ahora se prescribe todo lo contrario. Esto es muy importante porque si se dejan cinco días tumbados en la cama lo que hacen es empeorar esa condición física que seguramente era bastante mala al llegar».
En la segunda fase se busca que el paciente vaya al hospital a realizar ejercicio físico bajo supervisión y la tercera fase, apunta, debe ser para toda la vida, porque «en el momento en el que deje de hacer ejercicio todo lo ganado en las fase anterior se pierde. Empezarán de nuevo los problemas de colesterol y se volverá a la misma situación de riesgo».
En cuanto al tipo de ejercicios, las investigaciones destacan que lo mejor es una combinación de ejercicios aeróbicos con ejercicios de fuerza. «Hay guías que recomiendan 30 minutos de ejercicio moderado durante 5 días a la semana, o tres días con ejercicios de intensidad vigorosa», subrayan.
Parece que la alta intensidad aeróbica estimula ciertos parámetros que lo que provocan es un aumento de las mitocondrias en el músculo. Las mitocondrias son los orgánulos responsables de generar la energía de las células y también están involucradas en el control de su ciclo y su crecimiento y envejecimiento.
«También se encuentran mejoras en la recaptación del calcio que esta muy relacionado con la fatiga, esa sensación de fatiga mejora cuando uno realiza ejercicio, y parece que la intensidad elevada del ejercicio produce mayores beneficios, a nivel, por ejemplo , de presión arterial».
Esclerosis múltiple
En relación a la esclerosis múltiple, enfermedad neurodegenerativa conocida como la dolencia de las mil caras, el entrenamiento físico «es una gran herramienta para mitigar esta patología» a pesar que inicialmente estaba contraindicada.
Esta contraindicación, llevaba a hacer estrategias de economía de energía y esto conducía al sedentarismo «y probablemente era un agravante del estado de salud. Empieza a haber cierta evidencia de que la actividad física no sólo es perjudicial sino beneficiosa, con métodos de entrenamiento específicos para cada paciente«, ejercicios aeróbicos de fuerza y de potencia.
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