El primero en aterrizar fue un avión de la Fuerza Aérea de Venezuela seguido por otra aeronave proveniente de Quito. Se esperaban en las próximas horas vuelos de Cuba y de Colombia
18 de Abril del 2016.
Grupo Notipascua.-
Lo primero que vio el presidente Rafael Correa al aterrizar este domingo por la tarde en la ciudad más rica de la provincia de Manabí fue un Ecuador muy distinto al que dejó días atrás por la gira que lo llevó a Estados Unidos y el Vaticano.
Manta, el puerto más importante del país, lo esperaba a oscuras, sólo iluminada por las luces de las ambulancias y de los carros de bomberos, y los focos de los autos que hacían cola para cargar gasolina justo a la salida de la base de la Fuerza Aérea Ecuatoriana en la que aterrizó su avión.
El mandatario quizás pudo ver que el monumento insignia de la base aérea -un avión militar con «rostro» de tiburón- cayó al piso tras el terremoto de 7,8 que golpeó con particular saña a Manabí.
Peor le fue al aeropuerto internacional de la ciudad, cuya torre de control se desplomó sobre el pavimento, como si hubiese decidido por una vez aterrizar ella sobre la pista en lugar de las aeronaves.
Primera vez
La llegada y partida del presidente de la República alteró por unos instantes una rutina de por sí alterada de la base, que no ha dejado de operar desde que se desató la tragedia.
Aquí llegan los aviones con ayuda nacional e internacional para combatir los efectos del desastre que ha movilizado a todo el país sudamericano.
El primero en aterrizar fue un avión de la Fuerza Aérea de Venezuela seguido por otra aeronave proveniente de Quito. Se esperaban en las próximas horas vuelos de Cuba y de Colombia.
En el avión de la capital llegó Juan Carlos Amaguaña, médico de la Universidad Central del Ecuador y parte de un contingente de 60 profesionales, incluyendo bomberos aeronáuticos, paramédicos y personal especializado en rescate.
«Nuestro destino son las poblaciones de Bahía de Caraquez, San Clemente y San Jacinto. Lo único que sabemos es que media cuidad de Bahía está colapsada y otras lo están totalmente».
Detrás de Amaguaña apareció un joven llamado Jonhatan Velasco, identificándose orgulloso como presidente de la Asociación de Estudiantes de Medicina de la Universidad Central del Ecuador, admitió luego que ni él ni sus compañeros se habían enfrentado jamás a un escenario de esta naturaleza.
«Es la primera situación real que tenemos. Durante toda nuestra carrera hemos tenido una práctica médica, pero una forma tangible de vincularnos con la sociedad va a ser ésta. Nos dijeron que nos íbamos a encontrar de todo y venimos preparados para lo que sea».
Este es nuestro pueblo, esta es nuestra gente, el presidente nos dijo que ayudemos y nosotros hacemos lo que sea para ayudar. Paramédico ecuatoriano, AP.
Los que se van
Los aviones no sólo aterrizan en la base de la Fuerza Aérea en Manta sino que también despegan de forma constante.
El capitán Jaime Arroyo no ha parado de trasladar heridos fuera de Manabí y de volver con personal médico especializado.
«Vamos alrededor de siete vuelos desde que empezamos las operaciones muy temprano. Salimos hacia Guayaquil y Quito. Estamos operando las 24 horas: cambiamos tripulación y volamos todo el tiempo».
A su aeronave, especialmente diseñada para trasladar heridos, llegan los pacientes que los médicos pueden estabilizar para el viaje.
Pero debido a lo crítico de la situación, Ecuador no se puede dar el lujo de depender sólo de aviones diseñados para tragedias.
Frente a mis ojos un grupo de paramédicos sube en andas a un herido por la escalinata de un avión civil de la empresa aérea estatal Tame.
Un miembro de la tripulación, que en otras circunstancias estaría sirviendo bandejas de comida a los turistas, mira el avión, mira la grabadora de BBC Mundo y, como para explicar la extraña escena de un herido subido en andas a un avión, civil dice en voz alta:
«Éste es nuestro pueblo, ésta es nuestra gente, el presidente nos dijo que ayudemos y nosotros hacemos lo que sea para ayudar».
Mientras, en el puerto de Manta, ese presidente viaja a oscuras por un país muy diferente al que dejó hace unos días.
El Nacional.
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