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Ese malestar llamado Chikungunya, se quedó y no se fue

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25 de Julio del 2016.-

Jim Morantes.- 

Opinion.- Por sorprendente que parezca la propagación en nuestro país de múltiples virus y enfermedades producidas por bacterias como por ejemplo el noticioso caso emblemático de la salmonella, trae grandes y contradictorias consecuencias en menoscabo de la salud pública de los venezolanos, flagelos hasta ayer erradicados y hoy controlados en otras latitudes.

Resulta bien complejo entender que los mosquitos transmisores del dengue, chikungunya y zika, aún no han sido erradicados, pues a pesar de una incipiente campaña de concienciación cada día más menguada por parte de las autoridades competentes, su proliferación continua afectando a la población y la prevención de fumigación efectuada en otrora épocas por la dirección sectorial de malariología y saneamiento ambiental, ahora ya no está, pues dicho organismo desconcentrado fue absorbido a nivel institucional por el gobierno nacional, trayendo paralización y por ende ya no es consecuente ni recurrente esa acción de neutralización.

En el 2014 los venezolanos conocieron con profundo dolor al raro virus del Chikungunya, aparecido en Tanzania por vez primera en 1952, sin embargo, nunca  había viajado tan lejos y para colmo de males llegó y se proliferó, a pesar del fuerte cerco epidemiológico activado por las autoridades sanitarias a nivel nacional.

Ya han transcurrido dos años desde que se comenzaron a escuchar algunos rumores que traían como fundamento la aparición de un virus que aquejaba a la población venezolana, en principio en el centro del país y posteriormente en todo el territorio nacional, cuyos síntomas no coincidían con los cuadros del dengue, ya conocidos desde hace tiempo.

Dado el aumento diario de casos en los centros de salud y ante la alarmante ola de desinformación, se comenzaron a generar fuertes controversias y ambigüedades que terminaron con la determinación de la llegada de una enfermedad de origen africano, cuyo agente transmisor era la picada del zancudo, a la que denominaron Chikungunya, jamás antes escuchada en Latinoamérica.

Para el ciudadano común es, “un virus muy fuerte que comienza con fiebre y mucho dolor en los huesos”, no obstante, a la gran limitante de reactivos para detectar el virus, la sintomatología es recurrente después de somatizarse aproximadamente entre los 7 a 10 días, consiste en malestar general, debilidad, fiebre, salpullido, inflamación articular de los huesos y dolores musculares, proporcional a la condición individual del afectado, variando de simple malestar general a rigidez muscular que incluso puede limitar y afectar el aparato locomotor del paciente.

La trasmisión del virus se da por la picada del zancudo comúnmente denominado “patas blancas” o el “tigre”, este último proveniente del continente africano, por lo que la ciudadanía debe tomar las previsiones necesarias y estar alerta en sus zonas de residencia erradicando cualquier caldo de cultivo para estos insectos, como lo son recipientes de agua al aire libre.

Quienes han padecido el virus relatan que los dolores son muy fuertes sobre todo en las manos y en los pies, dificultando la parte motora, la fiebre alcanza temperaturas muy elevadas, la piel se brota con una especie de alergia, de allí que el llamado es a las autoridades sanitarias para que fumiguen con mayor regularidad, entreguen o faciliten el acceso a los reactivos correspondientes para que los centros asistenciales tengan la posibilidad de efectuar el diagnóstico real.

Es incierto determinar si el paciente presenta Chikungunya, Dengue o Zika, ya que desde hace tiempo no hay reactivos y el diagnóstico tiene que ser comprobado científica y clínicamente mediante los exámenes de laboratorios, en época de lluvias la cifra de posibles infectados aumenta. Si se sospecha de su existencia se debe acudir inmediatamente al médico, siendo necesario guardar absoluto reposo, nutrirse con vegetales y frutas frescas, es contraindicado ingerir cualquier tipo de bebida alcohólica en virtud de que dicho virus afecta al hígado, debilitándolo gravemente, incluso después de haber transcurrido varios meses del padecimiento, es necesario evitar la automedicación y es vital visitar los centros de salud más cercanos para la correspondiente valoración médica del caso.

Finalmente es importante recalcar que la erradicación de este flagelo depende de acciones gubernamentales que vayan ceñidas a controles sanitarios, sociales, locales, regionales y nacionales, pero, además, cada uno de nosotros debemos sumarnos a la tarea, haciendo lo que corresponda con la prevención como principal herramienta de su eliminación.                           @JIMMORANTES

 

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