Grupo Notipascua
Valle de La Pascua//Guárico//Notipascua.-Al parecer, la fatalidad tocó a la puerta de la familia Izquiel García. Estos cinco hermanos, todos con inclinaciones al boxeo, desde muy pequeños han vivido circunstancias dolorosas, la separación de sus padres; la partida de su madre hacia otros rumbos, tierras lejanas en busca de un futuro mejor, dejando solos a los menores, al menos sin el amparo maternal que todo niño requiere.
Los hermanos Izquiel García quedan entonces al cuidado de su padre, de pronto el hombre, con las obligaciones laborales, la pobreza que siempre aflige a la familia venezolana, estuvo presente en ese hogar, viéndose solo con cinco niños, no cumplió a cabalidad su rol.
Rol que la vida se encargó de dirigir. Los chicos a su manera vivieron su vida; volcaron en el boxeo su dolor, frustración, sueños, esperanzas y hasta añoranzas. Tenían futuro en el boxeo, al menos así lo demostró Juan “Macuto” Izquiel, sus hermanos le seguían los pasos, a ritmo lento, pero allí iban, encaminados en el deporte del ring.
Keiner Izquiel, lamentable pérdida, no sólo para la familia, sino para el boxeo local. Los hermanos Izquiel García no son ni fueron jovencitos malos, ni de mala conducta, al contrario, a su manera sobrevivían, carentes de afecto materno, de oportunidades, de un guía positivo a su lado; de haberlo tenido, otra hubiera sido la historia; hoy son blanco fácil de la descomposición social que abunda en las zonas populares y con los resultados por todos conocidos.
El boxeo local está nuevamente de luto, Keiner no fue grande como Juan, pero estaba en el intento, le echaba pichón al asunto. Ambos hubieran podido ser glorias del deporte, ejemplos para muchos chicos de barrio; lamentablemente el guión es otro, uno triste y amargo, de un fin doloroso.
Cabe aquí una reflexión para los padres, para la sociedad, para lo consejos comunales, para los vecinos más allegados a un hogar donde los hijos son numerosos y se sabe que ese hogar tiene problemas. Para las docentes que siempre conocen el origen de los estudiantes, su entorno y las amenazas que los acechan, para las iglesias que predican amor en los cultos, pero poco lo practican, casi siempre lo hacen por un interés casi que material.
El destino de los hermanos Izquiel hubiese sido de victorias y triunfos, de hurras, de aplausos. Juan y Keiner, ambos murieron jóvenes, apenas estaban empezando a vivir, pero la vida, las circunstancias y el destino les jugó malas rachas por falta de personas positivas a su lado, que los ayudara a crecer y les ofreciera otro estilo de vida, uno donde realmente ellos fueran lo primero, lo importante y los protagonistas de sus propias vidas, pero sin ese conocimiento, con esa carencia, se obtienen los resultados ya conocidos.
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