Los profesores universitarios, sobre todo los mejor calificados, se han sumado a esa fuga de cerebros, motivados por tener en su mayoría ingresos cercanos al salario mínimo mensual como consecuencia de crónicos presupuestos deficitarios.
El pasado 6 de junio, en un esfuerzo por evitar un paro nacional, el gobierno aprobó un incremento entre 30% y 70%, que muchos catalogan de insuficiente.
“Algunos profesores han decidido retirarse, se van para el exterior y empiezan a ganar en dólares; otros se van para empresas privadas, piden trabajar a tiempo parcial”, dijo Víctor Márquez, presidente de la Asociación de Profesores de la Universidad Central de Venezuela, (UCV), a la Associated Press.
Así de simple
La deserción de muchos profesores comienza a poner en riesgo la calidad de la educación superior y constituye una amenaza para el funcionamiento de las principales casas de estudios de Venezuela.
Trabajos de investigación y asignaturas básicas frecuentemente quedan en suspenso “por no contar con un profesor para esto”, dijo Jazmín Palermo, una estudiante de Economía de 25 años.
De acuerdo con cifras de las cinco universidades públicas más grandes del país, unos 1.600 profesores renunciaron a sus cátedras en los últimos cuatro años.
La Federación de Profesores está realizando un censo para dar cifras completas del sector a más tardar este mes julio, que incluiría todas las universidades públicas.
Según Márquez, más de 700 profesores en el caso de la UCV se han ido desde 2011 de un total cercano a los 4.000 docentes activos que tenía para entonces y más de 400 en la Universidad Simón Bolívar.
No se valora
El sueldo “no me alcanza, así de simple; pero el problema no es ese, el problema es el poco valor que tiene el profesor universitario” en la sociedad venezolana, agregó Márquez.
“Esta escuela que es la escuela que forma a los administradores de negocios, que forma a los contadores, no tiene personal de planta y con sueldos tan bajos, ¿cómo le dices a una persona joven ‘quédate aquí dando clase?”’, expresó.
Varios profesores consultados, como Márquez y Rodríguez, que llevan años en la academia, coinciden en que dos décadas atrás un profesor de la UCV devengaba un sueldo equivalente a 20 o más salarios mínimos y, ahora, el que más gana recibe el equivalente a dos salarios mínimos.
Para algunos profesores entrevistados, incluso, es un lujo comprar un libro.
El déficit de profesionales universitarios con doctorados en otros países también ha contribuido al aumento de la fuga de profesores venezolanos, quienes están recibiendo ofertas de varios lugares del mundo.
En 2013 se produjo un incremento salarial tras estallar un conflicto que no compensó ni la inflación ni el deterioro sufrido, resaltó Márquez.
Allá los quieren
Entre los países oferentes está Ecuador, donde crearon un novedoso programa para combatir la fuga de cerebros con miras a darle a su país la posibilidad de competir a nivel mundial. Ese proyecto también contempla la importación de cerebros, ya sea de ecuatorianos en el exterior o de extranjeros.
Países como “Ecuador se han beneficiado de la tragedia venezolana”, dijo a la AP Pedro Rodríguez, doctor en Biología Celular y profesor de la UCV.
Esto “va a trascender en generaciones. “Ellos van a pagar por los errores de las políticas públicas… signadas por la mezquindad”.
Rodríguez, de 52 años, que tiene un permiso remunerado de un año para realizar un trabajo de investigación en el Departamento deBioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Chicago, puso como ejemplo su situación: “Por cada unidad monetaria que yo recibo en Venezuela, aquí (en Estados Unidos) recibo 92”.
The Associated Press solicitó entrevistas a los funcionarios del Ministerio de Educación Superior, pero no estuvieron disponibles de inmediato.
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