07 de noviembre del 2016
Notipascua.- “Tengo una charcutería y compro billetes al 2% para ofrecer avances de efectivo, lo cambio al 6% y obtengo 4% de ganancia; un señor me trae el dinero. Diario pueden venir como cuatrocientas personas, solo a ‘raspar’, lo que sería cerca de un millón de bolívares. La mayoría de los clientes vienen con tarjetas de cestatiques”, así describió Roberto García, dueño de un establecimiento comercial, la última forma de negocio que adoptó en su local.
García detalló que solo aceptaba de su “proveedor” billetes de 50 y 100 bolívares; y cuando se trata de billetes de 20, hasta 30 mil bolívares para evitar quejas de sus “compradores”, quienes en su mayoría rechazan las unidades de baja denominación.
Esta nueva arista del “avance de efectivo” cobra fuerza debido a las restricciones de dinero en los cajeros y en las taquillas bancarias que solo entregan hasta 40 mil bolívares (como máximo), por lo que los zulianos recurren al comercio más cercano para obtener sus fondos. El resultado: la creación de toda una cadena de intermediarios que sacan provecho monetario de la situación.
Y como un primer eslabón figura Manuel González, dueño de un negocio de químicos y “vendedor de efectivo”. “Llevo el dinero a cuatro tiendas de diferentes rubros en las que conozco a sus dueños y lo hago porque recibo efectivo y no tengo ‘punto’. Luego, ellos me lo transfieren con el 2%”.
Asegura que en una semana puede entregar hasta 500 mil; es decir, una ganancia para él de 10 mil bolívares y para quien “raspa”, en caso de que sea al 6 %, de 20 mil bolívares (4%). Estos últimos porcentajes varían de acuerdo a la tarjeta, pues de crédito es al 15 % y de cestatique al 18 %.
González también señaló que incluso personas que no poseen un establecimiento comercial se están sumando a esta actividad. “Conozco a alguien que vendió el efectivo de su liquidación a un local que ‘raspaba’“, reveló.
Al final, la última pieza de esta estructura es quien accede a comprar su propio dinero.
El director de la Escuela de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad del Zulia, Eddie Aguirre, explicó a este medio que el fenómeno ocurre como una señal de alerta para cambiar el “cono monetario”: actualizar la denominación de los billetes.
“Hay que hacer un ajuste, una nueva emisión que esté fundamentada en el valor de acuerdo al de las transacciones actuales”, resaltó.
En marzo, el presidente del BCV, Nelson Merentes, durante una entrevista con una agencia internacional, adelantó que el ente financiero “ya tiene en proyecto la emisión de nuevos billetes de Bs. 500 y 1.000 para tener un cono monetario ‘más óptimo’ que se adapte a la situación del país”. En cuanto a la fecha, Merentes mencionó: “Queremos que sea este mismo año que salgan las nuevas denominaciones”.
Además, Aguirre describió otros factores como la inflación, las políticas para restringir la circulación de dinero en los bancos, la limitación de la dotación de cajeros automáticos o desincorporación de estos equipos.
“La gente lo que busca son alternativas cuando se dirige a este tipo de cambio (avances)”, dijo.
Para Gustavo Machado, profesor de Política Económica en LUZ, la consecuencia más palpable de esta situación es que agudiza la inflación en los consumidores, “pues tienen que cancelar una comisión para recibir su dinero, lo que disminuye su poder adquisitivo”.
Los expertos coincidieron que debería regularse la actividad ya que los únicos autorizados para estas transacciones son las instituciones financieras.
“Debería existir un cambio en la ley que no permita este tipo de cosas. Además, la banca debe hacer un seguimiento de quiénes están incurriendo en esta práctica ya que tiene forma de saberlo”, expuso Aguirre.
Mientras que Machado emplazó al BCV a ejercer su autonomía como fuente de financiamiento para aumentar la liquidez.
Por su parte, el economista Roger Chacín, también advirtió a los dueños de comercios y los ciudadanos que reciben dinero en sitios “no autorizados como instituciones bancarias” a tener cuidado. “Todo este fenómeno trae consigo el grave delito de la falsificación por los grandes volúmenes de piezas monetarias que se manejan. Muchos ven na opción rápida ir a cualquier tienda y recibir dinero con el pago de una comisión, eso puede ser riesgoso porque ante cualquier estafa nadie responde”, opinó.
El experto también calificó como una actividad “ilícita” la reventa de dinero para obtener ganancias. “Eso debe ser duramente sancionado porque se está aprovechando de la necesidad de las personas. El Gobierno debe tomar acciones para que el fenómeno, que es como un tipo de contrabando de billetes, no se generalice en todo el país”, exhortó el analista.
Fuente: Panorama
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