«La pasión por la cocina estuvo siempre, y siempre he sido súper fan de MasterChef»
Es una joven venezolana, María Gracia Sosa, de 29 años, médica; en Venezuela fue victima de un secuestro express durante el 2013; esperó a culminar la carrera de medicina y al terminar emigró a Urugay; escogió ese país por la seguridad que le ofrece a las personas
Uruguay// Notipascua.com//
María Gracia Sosa de 29 años, médica, tuvo una pistola apuntando a su cabeza hace menos de cuatro años en Venezuela, víctima de un secuestro exprés. Un año después, escapando de la inseguridad y la crisis, migró a Uruguay, donde acaba de ganar el concurso MasterChef.
Cuando «me fui de Venezuela, ya no me quedaban amigos allá. Se habían ido todos. Vine aquí porque me pareció un país seguro y porque podía ejercer como médico después de un proceso de reválida de un año», explica
Ganó la segunda edición de MasterChef en Uruguay esta semana con un postre final estelar: mousse de maracuyá con crocante de chocolate. Y todavía no se puede creer que hace menos de cuatro años estaba en otro mundo. «Ahora me doy cuenta de que viví en una realidad bizarra», dice evocando el secuestro del que fue víctima en 2013 en la ciudad venezolana de Valencia.
María Gracia llegó a Montevideo en febrero de 2014 con un amigo y a los pocos meses vino su novio. Estuvo estudiando y trabajando en una tienda para cubrir sus gastos y un día su pareja, sabedor de su pasión por la cocina y por el programa, le animó a presentarse a la segunda temporada.
«No creía estar a la altura, nunca he estudiado cocina ni nada, pero me dije: ¿Porqué no? Es un sueño y capaz que se me da», así que grabó un video en la cocina de su casa y lo mandó al programa sin muchas esperanzas. Sin embargo, fue seleccionada.
«Durante el concurso seguí trabajando como médico y estudiando. Me pasaba toda la madrugada cocinando, mis compañeros de trabajo me dejaron un montón de libros y dediqué mucho tiempo a probar y aprender», señala.
La migración «puede llegar a verse en algunos momentos como un evento traumático, duro y difícil, pero no me gusta verlo así. Me parece que hay que verlo como una oportunidad de vida que muchos no tienen y que te hace darte cuenta de que las fronteras a veces son imaginarias», explica, recordando que otros amigos que se fueron han tenido «cuentos de hadas también»
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