«No se vale abusar de una menor y menos si es su hija”
En la sociedad, aparentaban ser la familia perfecta. El padre empresario, la madre amorosa, su hermana y su mascota. Pero esas sonrisas, se borraban cuando estaban solos y nadie los estaba observando. Su madre, se hundía en el alcohol y su padre, borracho también, entraba a su cuarto, le quitaba la pijama con la que dormía, y la violaba.
Esta es la historia de Greta Perogordo Corral, una joven de San Luis Potosí, México, que lo tenía todo. Iba a los mejores colegios, tenía la mejor ropa, los zapatos de moda. Su familia se codeaba entre los empresarios y políticos más importantes de su estado. Siempre le compraban lo que ella quería y cuando lo pedía.
En su perfil de Facebook, se pueden ver sus viajes a la playa, las visitas al extranjero y sus paseos a caballo. Los que más disfrutaba. Pero, atrás de las puertas de este castillo y del mundo de fantasía en el que vivía, se escondía un oscuro secreto que la carcomía poco a poco por dentro: su padre abusaba sexualmente de ella. “Me acuerdo que me invitaba a su cama, donde estaba acostado. Me ponía encima de su cuerpo. Me decía: ven, súbete. Como era niña, imaginaba que era inofensivo. Me ponía a saltar, creyendo que era un juego. Recuerdo que se le ponía duro su pene. Le pregunté a mi mamá, las razones y contestaba que es normal, que no pasaba nada”. Greta sólo tenía seis años.
“Con sus manos separó mis piernas y me penetró…Me lastimó. Le pregunté: ¿papi, por qué me haces esto? Me duele mucho. Empecé a llorar y me contestó que me hacía el amor, y que el amor y el cariño duelen”*. En varias ocasiones, intentó escapar de casa. Se quedaba algún tiempo con amigas, familiares. Pero siempre su padre la hacía regresar y las agresiones sexuales continuaban su rutina por las noches.
Al paso de los años, la joven de ahora 17 años, veía como algo ‘normal’, los abusos de su padre. Aunque siempre terminaba llorando por las noches, sabía que no podía acudir con su madre, porque ella sabía lo que pasaba y no hacía nada. Un día, conoció a Erwin Alba Coronel, un joven apuesto, años mayor que ella, con el que comenzó una relación. Al tornarse serio su amorío, le confesó lo que ocurría en casa. Frustrado, enojado e impotente, le pidió que se fuera a vivir con él y su mamá.
Una vez más, sus padres la obligaron a regresar a casa, ella era todavía menor de edad. La rutina también volvió. “Al estar en mi cuarto, llegó mi papá y empezó a hablar de Erwin. Y si me iba a ir a su lado, que al menos estuviera en paz con la familia, ya que no me querían perder. No le decía nada. Estaba sentada en la cama. Me empezó a besar en la boca. Se acostó y se puso encima de mí. Me quitó el pantalón y me penetró. Después, lo metió en mi boca. Terminó y se vistió. Me quedé en shock. Me dio mucho asco”.
Esa fue la última vez que el padre de Greta abusó de ella. Con apoyo de su novio Erwin y su madre, decidió interponer una denuncia penal el 12 de diciembre del 2016. Ante las amenazas de sus padres, decidió hacer pública la denuncia ante medios de comunicación de San Luis Potosí, México,: “Mi nombre es Greta Perogordo, tengo 17 años y he sido abusada sexualmente de mi papá, desde que tenía 6 años. Hasta que levanté la denuncia. No se vale abusar de una menor y menos si es tu hija”.
Greta Ximena tenía temor de las represalias que podía causar el denunciar penalmente a su padre, debido a sus conexiones y contactos con políticos de su estado. Su padre es Eduardo Víctor del Sagrado Corazón Perogordo Oliva. Su primo, Guillermo Perogordo Oliva fue secretario de Gobierno en el sexenio del gobernador Marcelo De Los Santos; Alejandro Zapata Perogordo, otro familiar, fue senador de la República.
La joven también difundió en redes sociales su testimonio. Donde hacía responsables a sus padres, de cualquier cosa que le ocurriera a ella o la familia que la estaba acogiendo. A tres meses de que Greta Ximena denunció a su padre por los abusos sexuales que cometía contra ella, no hay una respuesta concreta de las autoridades. El caso sigue estancado.
Su padre, Eduardo Perogordo Olivo sigue en libertad, al igual que su madre, quien estaba al tanto de las atrocidades que cometía su esposo contra si hija.
Hoy en día, Greta, la joven a que le falta toda la vida por delante, se encuentra sin hogar, sin familia, bajo resguardo del DIF en uno de sus albergues. Pero finalmente, fuera del alcance de su padre.
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