18 de enero del 2018.-
FELIPE HERNÁNDEZ G.*
El pasado 5 de diciembre de 2017, la UNESCO elevó a categoría de patrimonio mundial los cantos de trabajo del llano colombo-venezolano; la inclusión de las manifestaciones, mejor conocidas como cantos llaneros de ordeño, de vaquería y de arreo se materializó durante la decimosegunda sesión del Comité para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, que tuvo lugar en Jeju, ciudad ubicada en una isla al suroeste de la República de Corea del sur.
Esta expresión de los cantos de trabajo de los llanos de Colombia y Venezuela entra a esta lista con medida de salvaguardia urgente, ante las amenazas que enfrentan por el abandono del campo y la avasallante tecnología, lo cual demuestra la preocupación que existe en el seno de la Unesco ante la posible desaparición de esta manifestación cultural autóctona de nuestros Llanos, siendo la sexta declaratoria venezolana reconocida, puesto que a ella le anteceden otras cinco manifestaciones que han recibido tal reconocimiento, a saber: los Diablos Danzantes de Corpus Christi (Diablos Danzantes de Yare), la Parranda de San Pedro, la Tradición Oral del Pueblo Mapoyo, el Tejido de la Curagua y los Carnavales de El Callao.
Los cantos de trabajo de los llanos representan un conjunto de expresiones inmateriales asociados a las actividades de la ganadería, y se trata de una expresión única, asociada al oficio de los ordeñadores, los vaqueros, los arreadores de ganado y demás portadores de esta bella e inmensa zona geográfica latinoamericana. La región binacional donde se desarrolla, está constituida por algo más de 500 mil kilómetros cuadrados. En esa inmensidad natural se adaptaron vacunos y equinos, junto con otras especies de animales domésticos, allegados con la presencia europea a partir del siglo XVI y constituyeron la base de una economía pastoril aclimatada a las condiciones geomorfológicas y ambientales del lugar.
Esta tradición ancestral tiene como principal acción algunas variantes orales y sonoras, entre ellos destacan: Los cantos de ordeño: — Pensamiento, pensamiento, pensamiento / si los suspiros volaran / como vuela el pensamiento / no serían tantas mis penas / ni tan grandes mis tormentos… pensamiento, pensamiento… — Paraulata, paraulata / arrímate pa’ la puerta… / en la puerta de San Juan / siempre se encuentra lloviendo / parecen dos corazones / cuando se están despidiendo, paraulata… Los cantos de arreo o de cabrestero: — Ajile, ajile novillo / por la huella del cabrestero, / ponedle amor al camino y / olvide su comedero; y los cantos de domesticación para amansar el ganado: — Venezuela, Venezuela. / Venezuela es una vaca / la leche que da es petróleo / vamos a querernos más / dejémonos de tanto odio… Venezuela.
A las vacas y al ganado vacuno en general se le pone nombre y se les canta para que se acostumbren y se amansen. Durante el ordeño a la vaca se le canta para que se relaje y “apoye” permitiendo que expulse la leche con placidez, los versos tienen un «tono apegado a lo emocional» que le sirven al ordeñador «para desahogar sus penas». En el arreo, en cambio, «el canto se llena de llamadas de atención a los animales para que no se pierdan y puedan seguir en grupo»…Por tratarse de una tradición que se transmite de generación en generación, los cantos van cambiando en función de la zona geográfica, el clima, los animales o la época vivida. Además, al hacerse a cielo abierto, «está impregnado de imágenes del paisaje y sus misterios».
Estas expresiones se manifiestan a través de llamados, silbidos y cantos, todos interpretados a capella en las faenas de trabajo con el ganado, tanto en la sabana abierta como en los corrales, en los potreros, en las fincas y en los hatos. Su máximo cultor en Venezuela fue nuestro recordado Simón Díaz, quien a través de sus tonadas se encargó de recopilar y legar a la posteridad estos sentidos cantos, inspirados en el paisaje y el trabajo de los llaneros de esta tierra todo horizontes, todo caminos, como la tonada Sabana que dice: “… Con tu brisa de mastranto / tus espejos de laguna / centinela de palmeras / que se asoman con la luna…”. Pieza de estremecedora belleza que no es más que un lamento apesadumbrado del hombre llanero cuando se ve obligado a abandonar aquella vastedad de palmeras, caños, lagunas y morichales: “… Se me aprieta el corazón / no ver más tu amanecer / ni al cimarrón, ni la mata / ni la garza que levanta…”.
La comunidad portadora de esta tradición, definida en las mujeres y hombres del llano, se ubica en la gran depresión de la Orinoquia. Los trabajadores de fincas, hatos y fundos que desempeñan tareas en el manejo de reses, en rebaño o madrina (arreo) o individual (ordeño) se consideran los portadores primarios de esta manifestación cultural reconocida ahora a nivel mundial. Los cantos de trabajo del llano se cantan y se escuchan en los Llanos Centrales, Occidentales, del Sur y Orientales de Venezuela, que comprenden los estados Portuguesa, Cojedes, Barinas, Guárico y Apure, y en el sur de Anzoátegui y Monagas. En Colombia, son propios de la región de los Llanos Orientales, que comprende los departamentos de Arauca, Casanare, Meta y Vichada.
Vale señalar, que acompañando a la delegación venezolana que viajó a Jeju a presentar la manifestación, viajaron los cantores llaneros, Vidal Colmenares del estado Barinas y el guariqueño Ángel Remigio Tovar, de Cumbito, vía Mesa de Paya en el municipio Ortiz, embajadores de excepción, quienes hicieron la demostración de la referida manifestación cultural ante el exigente jurado.
Cantantes de tonadas y de otros ritmos llaneros como Vidal Colmenares y Ángel R. Tovar, por generaciones en los llanos del Guárico han existido; el nombre de Tereso Pérez es toda una leyenda en la mesa de Morichito, al igual que Julio Pantoja en Monasterio y Magdaleno Rivas en Garcita y Las Mercedes del Llano, llaneros de pura cepa también lo fueron Ramón Vilera, Ramón Camero y Juan Guevara de Santo Domingo Requenero, Pablo Barreto en San Ramón y don Baltazar Manrique, de esos mismos rumbos… que todavía persiste… ordeñadores, arreadores de ganado, cabestreros, amansadores de caballo… Llaneros de pura cepa, con el pie derecho en el suelo y el izquierdo en el estribo… Mantenedores de la tradición, porque mientras exista llano, existirán llaneros y existirán los cantos de ordeño y de arreo.
Valle de la Pascua, jueves 18 de enero de 2018.
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