A diario se ven niños en la calle buscando que comer en las cestas de desperdicios. Lo que pensábamos ver solo en la capital de Venezuela ahora lo vivimos en nuestra ciudad Valle de la Pascua
Franklin Carrillo.
Valle de la Pascua.- Los alimentos son la continuidad del ser humano y es lo que permite que los niños y adultos cumplan con un desarrollo de categoría. Sin embargo, la situación actual ha generado controversia, y por un momento el corazón del venezolano se sensibilizó al observar actitudes que anteriormente no se observaban en humanos, sino en animales.
Muchas personas comentan que tiempo atrás la situación era grave y que las personas pasaban por mil y una dificultades para conseguir los alimentos y darle de comer a los pequeños de la casa y mientras abuelos contaban aquella dura historia, los niños escuchaban y les daba terror pensar en el aquel entonces, sin pensar que cuando fueran adultos, a muchos se le hiciera realidad la pesadilla.
¿Tiempos atrás eran peores que ahora?
Pareciera que antes fuese mejor que los tiempos actuales, ya que a pesar de que muchos trabajaban en campos haciendo cualquier tipo de oficio, contaban con los recursos del hogar así fuese “arepa de maíz pilao”. Sin embargo, en estos últimos años, agudizándose en estos últimos meses, muchos venezolanos esperan y esperan largas horas, en establecimientos que realizan ventas de verduras y hortalizas, para poder obtener aunque sea migajas de rubros.
Los entes gubernamentales han dejado pasar este tipo de detalles que no se tapan ni se pueden ocultar como dice el dicho “el sol con un dedo” y en vez de tomar riendas en el asunto y de una vez por todas resolver el problema de la falta de alimentos, lo que hacen a diario es crear planes que no han servido para solventar la situación. Allí lo vemos en la comida entregada o administrada por los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) que de un 10% solo funcionan el 4%.
Los pequeños de la casa cambian los cuadernos por bolsas de desperdicios.
Los niños son ángeles que deber ser cuidados como tesoros, su única obligación es asistir a centros de estudios y de esta forma poder obtener hombres y mujeres que amen y sean el orgullo del país. Sin embargo, es lamentable que los chiquitos de la casa cambien un cuaderno por bolsas de desperdicios de hortalizas y comidas, y como seres indefensos preocuparse más por su comida diaria que por su aprendizaje. A causa de esto han bajado muchas matriculas en instituciones del país, además de causar enfermedades como depresión y suicidios.
Es cierto que cada humano se debe ocupar de sus propias necesidades, sus alimentos, vestimentas, y medicinas, pero las ganas de luchar y seguir adelante ya no se tratan solamente del pascuense, ya que él se ha esforzado en todos sus tiempos, trabaja en su día a día y aun así la corriente continua, alterándose y generando pensamientos de angustia.
El llamado no deja de hacérseles a los entes gubernamentales para que dé una vez por todas se aboquen a las problemáticas que ocurren en las zonas de personas con bajos recursos y céntricas del municipio Leonardo Infante. El dinero ya no cubre los gastos que se necesitan para abastecer el hogar y mientras pasa el tiempo tendremos muchos más menores buscando comidas en la basura para muchas veces poder alimentar a sus hermanitos.
Con información de Diario Jornada / Balsibeth Camejo ECS||UBV.-
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