La Nomofobia ha afectado a muchas familias y entornos laborales. Debemos consultar con un medico si nos comportamos acorde a estas características del trastorno.
Andreina Arnaudez.-
En el siglo XXI el teléfono móvil se ha convertido aparte de una necesidad en una adicción, hemos visto como cada día es más grande la dependencia de este pequeño dispositivo.
Las relaciones familiares y sociales están cada vez mas afectadas por la influencia del teléfono celular, y es que esta tecnología es una herramienta tan atractiva para nosotros que ya no somos conscientes de que podemos pasar del uso al abuso sin darnos cuenta.
Es por ello que debemos hablar de la nomofobia ( que proviene del ingles, no mobile - phone phobia) que es un trastorno cuyas característica principales son el miedo a salir de casa sin el móvil ,y la ansiedad que genera en la persona el quedarse sin batería o no tenerlo cerca para manipularlo.
Es decir, es una dependencia enfermiza de la persona con el dispositivo que lo desconecta de la realidad, y es que existen diversos factores que pueden propiciar a una persona a engancharse al móvil como por ejemplo, las campañas publicitarias, considerar que al poseer un celular simboliza tener estatus y ansiedad social , lo que hace que se vuelva mas adictivo su uso.
Este trastorno se puede tratar con tratamiento psicológico de adicción al móvil , siguiendo ciertos protocolos que están basados en otras adicciones sin sustancias como la adicción al juego.
Que aunque es evidente que existen diferencias, el tratamiento se estructura en varias fases en las que se trabaja para que la persona aprenda a controlar su ansiedad ,y así pueda cambiar los hábitos compulsivos relacionados con el uso del móvil. También se busca reforzar la autoestima de la persona y la capacidad de mantenerse presente en el aquí y ahora sin tener que recurrir a la tecnología constantemente.
Consecuencias de la Nomofobia
Pérdida de tiempo
Mientras que muchos de nosotros estamos convencidos de que la multitarea nos permite hacer más cosas, la realidad es que la multitarea no funciona. Nuestros cerebros no están preparados para manejar dos o más tareas diferentes a la vez, de forma que al tratar de lograr varias al mismo tiempo, terminamos por hacer las cosas peor y perder más tiempo en vez de ahorrarlo.
Estar más ansiosos
No tener nuestro teléfono cerca nos puede aumentar considerablemente nuestros niveles de ansiedad. Un estudio británico mostró que el 51% de la población sufre “ansiedad extrema” cuando se separa de sus teléfonos inteligentes. Algo de eso se deriva de la sensación de que, si estamos separados de nuestros teléfonos, no nos incluirán cuando los amigos hagan planes o no sabrán cuál es el último meme Facebook, Twitter o Instagram.
Incluso nuestros cuerpos están empezando a reconocer cuando nuestros teléfonos no están presentes. Un estudio de la Universidad de Missouri descubrió que los usuarios de iPhone que se separaron de sus dispositivos durante situaciones que requerían una cantidad significativa de atención, como hacer un examen o completar una tarea de trabajo, podían dar lugar a un rendimiento más pobre. Eso se observó porque, cuando los participantes fueron separados de sus teléfonos y luego les pidieron completar sencillos problemas de búsqueda de palabra, su ritmo cardíaco y presión arterial aumentó, al igual que sus sentimientos de ansiedad.
Comprobar correo electrónico una y otra vez, asegurarnos de que no hay amigos que publican algo interesante, hacer una última mirada de Instagram… esto y otras cosas nos hacen ir cada vez más tarde a dormir.
Estamos siendo inundados a todas horas por la información cada vez más inmediata, también justo antes de acostarnos. Y la mayoría de nosotros dormimos con nuestros teléfonos cerca. Al parecer, por lo menos el 40% de los estadounidenses duermen con sus teléfonos móviles a su alcance. Entre los 25 y 29 años, el número es aún mayor: casi el 80% de los jóvenes tienen su teléfono justo al lado.
El peligro no es sólo que los pitidos o vibraciones durante la noche puedan despertarnos. Los teléfonos inteligentes también emiten una luz azul cuando les llega información, algo que por lo visto indica a nuestro cerebro que es hora de despertar. Las luces azules suprimen la melatonina, la hormona que dicta nuestros ritmos del sueño.
4. Los niños aprenden de lo que ven
“Haz lo que digo, no lo que hago”, esto resulta muy real cuando se trata del tiempo que pasamos con nuestro móvil. A pesar de que los adultos piden a los niños y adolescentes que moderen su consumo del teléfono, la mayoría pueden ver como sus padres no lo hacen.
Es lógico entonces que, en casi todos los estudios de utilización de teléfonos inteligentes, los adultos jóvenes son los que ofrecen los más altos índices de uso. Los niños están aprendiendo que estar siempre conectado es normal, y dejan de lado la importancia de la interacción de persona a persona.
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