El SIDA ha matado a más de 25 millones de personas en todo el planeta
Este viernes, como cada 1.° de diciembre, el mundo conmemora el día en el cual se llama la atención sobre el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Según los datos revelados esta semana por Onusida, cada 17 segundos una persona en el mundo se infecta de un virus que ha dejado hasta ahora 35 millones de muertos. Entre los adultos, el ritmo de nuevas infecciones en el planeta apenas disminuyó en los últimos años y pasó de 1,9 millones en 2010 a 1,7 millones en 2016. África sigue concentrando la mayor parte de nuevos casos, dos de cada tres
Europa// Notipascua.com//
En el marco de conmemorarse hoy El Día Mundial de la Lucha contra el SIDA, a continuación un testimonio de una portadora del Virus de Inmunodeficiencia Adquirida.
Ligia es una colombiana de 51 años de edad; le diagnosticaron el HIV en 1994; fue su primer esposo, el único hombre de su vida hasta entonces, quien murió por una tuberculosis un año después de separarse, el que la contagió cuando ella tenía 25 años, media vida atrás. “Pensaba que el VIH era un problema de homosexuales y de putas, que a una mujer casada nunca le pasaría. Yo, además, nunca usaba condón porque no sabía y porque quería tener hijos”, dice.
Ella lo acepta. Le faltaban educación, conocimiento y empoderamiento para entender de enfermedades de transmisión sexual y de métodos de prevención.
Aprendió a las malas, a la fuerza –acepta–, cuando se vio con el diagnóstico en las manos, una enfermedad sin cura en el cuerpo y millones de preguntas en la cabeza. “En esa época, los psicólogos solo decían que yo me iba a morir. Y cuando contaba el diagnóstico a las personas, eran más las que se iban que las que se quedaban”.
Por supuesto, en ese momento el amor y el sexo no eran una opción. “Al principio uno creía que no podía volver a tener relaciones sexuales porque el sexo se relaciona inevitablemente con la muerte, sobre todo en ese momento en el que no había tratamientos”, continúa.
Dos años después de saber cuál era su diagnóstico conoció a un hombre que llegó a su vida para avivarle el corazón. “Me enamoró, pero por más de un año me alejé y me negué a tener algo con él por temor, hasta que me dio un ultimátum”. Una sentencia que le cambió la vida.
“Yo no puedo seguir así”, le advirtió él. “Yo tampoco, pero esto se tiene que acabar porque no te quiero hacer daño”, respondió ella. “¿Y es que acaso por qué me vas a hacer daño? ¿Tienes sida o qué?”, replico él. Tras un breve silencio, sorprendida, acorralada, motivada por la voz del corazón de la que hablan los románticos, Ligia le dijo que sí, que era portadora de VIH, que ya estaba tomando medicamentos y temía contagiarlo.
“Fue una sorpresa que esa persona me respondiera que no le interesaba eso, que quería tener una relación seria conmigo. Yo nunca me imaginé que alguien me fuera a aceptar así. Y ahí comprendí que uno es el primero que se empieza a discriminar”, manifiesta.
En esa relación, lejos de sentirse discriminada, estuvo más de 12 años, y de allí salió su hijo, hoy mayor de edad. Ni él ni su esposo se contagiaron, aclara Ligia, y explica que todo se debe a la adherencia que ha tenido al tratamiento, que ha permitido mantener el virus en niveles indetectables, como dormido y escondido en algún lugar de su cuerpo.
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