Hasta el momento suman 332 desaparecidos y más de 12.000 heridos
Cinco días después del terremoto que devastó el suroeste de Haití y dejó más de 2.000 muertos, las autoridades se enfrentan al desafío de entregar ayuda humanitaria de manera segura a los cientos de miles de damnificados, algunos de los cuales viven en zonas aisladas.
Los servicios de protección civil haitiana indicaron que el balance del terremoto era el miércoles por la noche de 2.189 fallecidos, 332 desaparecidos y más de 12.000 heridos.
«Las operaciones de rescate siguen adelante», dijo el organismo en Twitter.
El caos sigue reinando en el suroeste del país y los damnificados tienen que hacer frente además a las precipitaciones provocadas por el huracán Grace.
Estados Unidos fletó ocho helicópteros del ejército desde Honduras para seguir con las evacuaciones por razones médicas. Además, el «USS Arlington» está a punto de llegar a Haití con un equipo médico a bordo.
«Tenemos alrededor de 600.000 personas directamente afectadas y que necesitan ayuda humanitaria inmediata», dijo Jerry Chandler, director de protección civil de Haití, desde el Centro de Operaciones de Emergencia Nacional en Puerto Príncipe.
«Tuvimos que encontrar medios para garantizar la seguridad, lo que sigue siendo un gran desafío. Sabemos que había un problema al nivel de la salida sur de Puerto Príncipe, en Martissant, pero este problema aparentemente está resuelto ya que hemos podido pasar en los dos últimos días», explicó.
Desde principios de junio, el tránsito seguro era imposible en dos kilómetros de la carretera nacional que atraviesa Martissant, un barrio pobre de la capital haitiana asolado por enfrentamientos entre bandas.
Tras el terremoto, cesaron los disparos esporádicos y los ataques al azar contra vehículos, sin que se haya realizado ningún operativo policial para recuperar el control del barrio, según las autoridades.
Si bien esta tregua tácita respetada por las bandas armadas es un alivio para los servicios humanitarios, la distribución de ayuda a los damnificados no deja de ser complicada.
«Nos enfrentamos a poblaciones algo frustradas e impacientes que causan problemas y que precisamente bloquean los convoyes», dijo Jerry Chandler.
«La idea es poder llegar lo más rápidamente posible y atender a la mayor cantidad de gente», añadió.
A más de 200 kilómetros de allí, en la pequeña localidad de Maniche, los pobladores esperan el apoyo que tanto necesitan tras el terremoto de magnitud 7,2.
«Todas las instituciones que había están en ruinas. No tenemos iglesias, el salón parroquial, el dispensario están totalmente derrumbados…», enumera desolada Rose Hurguelle Point du Jour.
Geordany Bellevue comparte esa angustia y está especialmente preocupado por las zonas aisladas de su comuna.
«En las montañas hubo muchos deslizamientos de tierra que mataron e hirieron a mucha gente. Algunos están desaparecidos. No tenemos capacidad de ir a buscarlos a las cumbres», dice.
«Ya es complicado recibir ayuda aquí, en el centro de Maniche ,y cuando eso sucede, nunca llega a las víctimas de zonas aisladas», lamenta, recordando la gestión de la ayuda humanitaria tras el arrasador pasaje del huracán Matthew en 2016.
Con información de El Nacional
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