Las manifestaciones en Chile continúan a pesar del anuncio gubernamental según el cual sería suspendido el aumento en el costo del servicio de transporte público de 800 a 830 pesos, razón por la que iniciaron los reclamos.
La madrugada de este domingo en medio de los levantamientos, tres personas resultaron muertas y decenas de comercios fueron saqueados e incendiados. En ese contexto las autoridades tomaron la decisión de decretar toque de queda en tres de las provincias más importantes: Concepción, Valparaíso y Santiago, y de desplegar unos 9.500 uniformados. Asimismo, seis regiones se encuentran en Estado de Emergencia: Comunas de Rancagua, Coquimbo y La Serena que se suman a Santiago, Valparaíso y Concepción.
Las tres personas murieron en un incendio que se produjo en medio del saqueo de un enorme supermercado Líder -controlado por la cadena minorista estadounidense Walmart- en el sur de Santiago, controlado por los bomberos tras dos horas combatiendo las llamas.
La intendenta (gobernadora) de Santiago, Karla Rubilar, dijo a la prensa que dos personas quedaron calcinadas, mientras que una tercera murió más tarde en el hospital, reseña la agencia internacional de noticias AFP.
Decenas de supermercados, automotoras y gasolineras fueron saqueados o incendiados, mientras que se registraron protestas esporádicas en varias comunas de Santiago, según las autoridades. «Estamos viviendo altísimos niveles de delincuencia, pillaje y saqueos», dijo Alberto Espina, ministro de Defensa.
En tanto, en el aeropuerto de la capital chilena, centenares de personas quedaron varadas, muchas de ellas durmiendo en el piso, por la cancelación o reprogramación de vuelos. El Gobierno desplegó militares también en las regiones de O’Higgins y Coquimbo, igualmente golpeadas por la violencia.
Bajo gritos de «basta de abusos» y con la consigna en redes sociales «ChileDespertó», el país enfrenta extendidos reclamos contra un modelo económico en el que el acceso a la salud y a la educación es prácticamente privado, con una alta desigualdad social, bajas pensiones y el alza de los servicios básicos. La fuerza de las protestas ha descolocado al Gobierno del derechista Piñera, que sólo días antes había afirmado que Chile era una especie de «oasis» en la región.
«Nos cansamos, ya fue suficiente. Nos cansamos de que nos metan el dedo en la boca y que los políticos hagan lo que quieren y vivan de espalda a toda la realidad», alegó Javiera Alarcón, socióloga, de 29 años, que protestaba en el frontis del palacio presidencial.
Calles militarizadas
El Gobierno desplegó cerca de 8.000 uniformados para controlar la situación y debía enviar 1.500 en las siguientes horas, informó el ministro Espina.
Además de la paralización del metro, el servicio de autobuses fue suspendido temporalmente luego que al menos cinco unidades fueran quemadas en el centro de Santiago, lo que dejó a sus siete millones de habitantes prácticamente sin transporte público.
«No me gusta la violencia ni que rompan todo, pero de repente tienen que pasar estas cosas para que dejen de burlarse de nosotros y meternos el dedo en la boca, subiendo sin freno todo menos los sueldos y todo para que los ricos de este país sean más ricos», dijo Alejandra Ibánez, una vendedora de muebles de 38 años, de San Miguel.
Algunos habitantes de Santiago salieron pacíficamente a las calles para hacer sonar sus ollas y sartenes, mientras que en barrios de la periferia se encendieron fogatas. Francisco Vargas, un empleado de 33 años, dijo que «la gente está cansada, está harta y ya no tiene miedo».
Piñera reconoció que hay «buenas razones» para protestar, pero llamó a «manifestarse pacíficamente» y señaló que «nadie tiene derecho para actuar con la brutal violencia delictual» en referencia a los daños en el Metro de Santiago, del que fueron vandalizadas 78 estaciones, según reseña AFP.
El Gobierno anunció las suspensión de clases en los colegios de varias comunas de Santiago el lunes.
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