En la actualidad tomar champagne es algo elegante, sin embargo, su creación resultó de un error que con el pasar de tiempo se olvidó debido al gran éxito que tuvo
El Dom Pérignon, el vino espumoso tiene una historia cómica, puesto que hace muchos años en los monasterios de Francia se realizó un proceso para hacer vino blanco mediante uvas tintas, sin embargo, este produjo burbujas sin ningún motivo aparente.
El monje al que se le atribuye su creación fue un Benedictino ciego que se llamaba Dom Pierre Pérignon, quien para la época lo que deseaba era innovar al elaborar vino blanco de unas uvas tintas, y es que para eso pasó mucho tiempo haciendo el arte del vino.
En el proceso evitaba las pieles de las uvas, las cuales son las que le aportan el color y estas las mezclaba con varios vinos de otros viñedos de la región para así tener un mejor sabor. Tantas fueron las pruebas que lo consiguió, pero lo que no se esperaba era que estas producían unas burbujas sin ninguna explicación.
El lo consideró como una mala versión del vino, sin embargo, fueron los ingleses a los que ellos se los enviaban los que siempre prefirieron esa versión, porque era diferente. Y es que para la región de Champagne que era fría y húmeda, estas uvas se vendían lentamente por lo que tenían mayor tiempo de maduración, deteniéndose además la fermentación por el frío.
La segunda fermentación lo refinó
Pero luego de todo ese proceso y el embotellado estas subían las temperaturas y se volvían a fermentar dentro de la misma. Por lo que anteriormente era común que las botellas estallaran debido al gas que producía la fermentación, y que por lo general cuando una lo hacía era como una reacción en cadena, porque las demás lo hacían, llegándose a llamar «vino loco».
Debido a esto generó preocupación pero luego fabricaron unas botellas más gruesas que aguantaron estos gases, produciendo además que se refinara el proceso perfeccionándose a través del tiempo, por lo que también le colocaron corcho al tapón porque las ponía herméticas evitando que se escapara el gas.
Su creador Dom Pérignon murió a los 47 años en 1715, dejando un legado como maestro bodeguero y sus principios básicos se continúan usando para hacer Champagne, Cave y la mayor parte de vinos espumosos. A pesar de todo esto no quiere decir que el fuese el que creo las burbujas en el vino, puesto que existe un documento de 1662 en el que se observa que Christopher Wren le agregaba azúcar y melaza lo que producía la espuma en el vino.
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