Por mucho que conozcas de maquillaje existen algunos procedimientos que por costumbre puedes estar haciendo mal, y es que son tan comunes que pueden pasar desapercibidos. Pero ahora sí es hora de hacer las cosas bien, a continuación te contamos
El apuro es el peor enemigo al momento de querer realizar un buen maquillaje y es que así sea para uno natural en la mañana, y es que para hacerlo debes mantener una piel hidratada siendo este el principal error que muchas cometemos, puesto que por la rapidez en ocasiones lo pasamos por alto.
Si no la hidratas harás que el maquillaje tenga una menor duración, como una alternativa puedes utilizar una BB Cream, ese gran todo-en-uno (hidratante, tratamiento y color, con SPF) que se inventó para mujeres a la carrera como tú.
Otro gran error es rizar las pestañas luego de colocarles mascara y es que el momento adecuado para rizarlas es cuando están limpias, antes de poner el producto, puesto que así evitarás posibles roturas y pérdidas de firmeza. Por no hablar de cómo se queda el pobre rizador si lo usas con producto.
Hablando de mascaras el comprarlas sin prestarle atención al tipo de cepillo con el que cuenta ya que lo que interesa que sea de un color o duración determinados, pero lo que no sabes es que es lo que realmente determina el resultado y la expresión de tu mirada.
También es frecuente el maquillarte los labios con la técnica del ‘froting’ y es que si te los pintas así, asá y los frotas uno contra el otro en la idea de rellenar los huecos y definir la cobertura. ¡Error! “A menos que estés buscando un efecto de boca mordida o blurred, es preferible maquillar cada labio adecuadamente y después retirar el exceso de labial”, recomienda una experta.
Utilizar una base que no es de tu tono
Al comprar la base te la pruebas en la mano, y luego vienen las lamentaciones. No necesitas un Máster en tonos y subtonos, basta con que pruebes la base extendiendo una pequeña cantidad en la mandíbula, si se funde con tu color natural, has acertado.
Confundes ‘iluminar’ con ‘disfrazarte de mapache’, un exceso fácil de arreglar empleando una buena iluminación y/o eligiendo correctamente el iluminador. Uno o dos tonos menos que la base iluminan, bajar de ahí aclara inmisericordemente y deja aspecto de marca de gafa de nieve.
Por último, no le das a cada brocha su cometido… y, para rematar, no las lavas y es que cada una tiene su cometido por su forma, pero también influye el tipo de pelo. Para colocarlo en contexto el pelo sintético ha eclipsado al pelo natural y, gracias a sus diferentes grosores y encerados, son perfectos tanto para aplicar los maquillajes grasos, como las bases o las fórmulas en crema, como los bronceadores, el colorete o los polvos sueltos de acabado.
En cuanto a la frecuencia de lavado debería ser, al menos, de una vez a la semana. Se lavan con agua fría y jabón neutro y se dejan secar en horizontal. En el caso de las brochas de maquillajes grasos, cualquier limpiador anti-grasa será perfecto. Así evitarás pasarte por la cara una tonelada de bacterias en cada uso.
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