La principal causa es un estrés laboral crónico, excesivo y no resuelto.
Toda persona que trabaje puede acabar ‘quemada’ y ahora, más que nunca, hay que estar alerta. Te contamos todo lo que tienes que saber sobre el desgaste laboral o el llamado Síndrome de “burnout”.
Cuando tratamos con un compañero que sufre burnout, a veces nos confunde y nos despista mucho.
Nos pueden resultar inexpresivos, enfadados o demasiado sensibles, y claro, a lo mejor interpretamos que tiene algo contra nosotros. Puede que nos veamos obligados a trabajar más para cubrir las tareas que quedan sin hacer y eso nos lleve a la frustración y a mostrarnos poco comprensivos. Aunque todo ello puede provocar muchas tensiones en el ambiente de trabajo, la «comprensión empática” es crucial para ayudar a ese compañero o compañera que vemos totalmente sobrepasado.
Toda persona que trabaje es víctima potencial del burnout (o desgaste laboral), y ahora más que nunca hay que estar alerta.
Desde que comenzó la pandemia de Covid-19 en marzo de 2020, muchos somos los que hemos dejado de ir a la oficina para teletrabajar desde casa, incluso, esta “nueva normalidad” ha provocado además que muchos de los trabajadores alarguen sus jornadas más de lo habitual.
Un reciente estudio ha puesto de manifiesto que los trabajadores experimentan este burnout profesional a una edad media de 32 años, y que una de cada tres personas señala que es por trabajar desde casa y las largas jornadas laborales.
Asimismo, un nuevo estudio ha arrojado que la sensación de burnout y la de estrés se retroalimentan mutuamente. En pocas palabras, cuando alguien alcanza ese punto de ‘desgaste laboral’, su capacidad para manejar el estrés disminuye drásticamente. Esto, a su vez, hace que les cueste más lidiar en el trabajo con cualquier tarea, por pequeña que sea.
A continuación, les explicaré cuáles son los signos del burnout y cómo superarlo.
¿Cuáles son las señales más comunes del ‘burnout’?
“Cansancio, fatiga y menos eficacia en el trabajo”. Algunas personas que se sienten ‘quemadas’ notan que están agotadas física y/o emocionalmente. Experimentan altos niveles de fatiga; sienten más negatividad y más desapego con respecto al trabajo, el propio lugar de trabajo, los compañeros y/o los clientes; y tienen la moral baja y la sensación de que no pueden con ello.
El burnout también nos lleva a confiar menos en nuestras propias capacidades. Las personas que se sienten quemadas en su puesto de trabajo pueden acabar preocupándose constantemente por la labor que realizan, se vuelven muy inseguros en su trabajo (ya sea remunerado o no, como un padre o una madre que se queda en casa para dedicarse a la crianza) y piensan todo el tiempo que van a fallar o que no son lo bastante buenos, no se les aprecia lo suficiente o no van a poder sobrellevarlo.
La rutina de sueño y de comida también pueden verse alterados. Es muy común que estas personas sientan una intensa fatiga y que sus patrones de sueño y/o de comidas se vean interrumpidos.
Puede aumentar la presión arterial, las personas con enfermedades crónicas pueden notar que empeoran sus síntomas y, en general, nos volvemos más propensos a enfermar.
Gran parte del problema es que muchas personas que van directas al burnout no reconocen sus síntomas. La principal causa es un estrés laboral cronificado, excesivo y no resuelto.
Si es la primera vez que trabajas desde casa, vas a notar que cruzas ciertos límites que no cruzabas antes, y que te es difícil separar el trabajo del ocio.
Si estás en situación de desempleo, estarás afrontando nuevas presiones económicas o incluso puede que te sientas menos útil. Y, por supuesto, está esa amenaza constante e invisible sobre nuestras cabezas y esa incertidumbre en torno al futuro que está afectando ahora mismo a todos los aspectos de nuestra vida.
Están pasando muchas cosas, es importante que “nos demos permiso” para estar más cansados, para ser menos productivos y sentirnos más presionados, estresados y preocupados. Hay que darse tiempo siempre que haga falta. Es clave que nos preguntemos cómo estamos. También, poner límites serios de tiempo y de espacio, sobre todo si ahora estás trabajando y viviendo en el mismo sitio.
¿Qué podemos hacer para evitar el burnout?
Es crucial escuchar a tu cuerpo y poner límites. El primer paso de todos es reconocer y admitir que estás en riesgo de padecer burnout, o incluso puede que lo estés padeciendo ya. A veces da mucho miedo reconocerlo, porque para ello hay que aceptar que somos vulnerables, pero también puede ser muy liberador y servir para sentar las bases de un cambio a mejor.
Lo que recomiendo es reunirte con tu jefe, puede ser un buen punto de partida, así como priorizar lo esencial frente a lo que no lo es y ser realista con tus capacidades y con las de los demás, aceptar que solo podemos abarcar hasta aquí y que algunas tareas van a tener que quedarse sin hacer.
Esto aplica también si te dedicas a la crianza y tienes que hacer malabares cada día con las tareas domésticas, los niños y el cole en casa. Se hace muy difícil seleccionar algo de tiempo para ti misma, pero con un poquito que saques a la semana para relajarte o hacer alguna actividad que te guste o te llene, solo por ti y para ti, seguro que te ayuda a notarte más equilibrada en medio de estos tiempos tan exigentes.
Por último, busca y pide ayuda si lo necesitas. Recurre a los apoyos que tengas o constrúyelos de cero si los necesitas, ya sea en el trabajo, con tus amigos y familiares o busca la ayuda de un terapeuta. Hay personas con burnout que para recuperarse necesitan un periodo de ayuda terapéutica junto con una baja laboral.
Hay mucha gente que ha superado el burnout y siempre hay esperanza. Lo cierto es que sentirnos quemados en el trabajo puede enseñarnos cosas muy importantes sobre nosotros mismos y que nos ayuden a trabajar en el futuro de un modo más llevadero y equilibrado. También puede enseñarnos a detectar mucho más rápido las señales de burnout si volvemos a estar en riesgo de padecerlo.
Por Cactus24
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