FELIPE HERNÁNDEZ G.*
I.- San Juan Bautista de Espino: Gente, Patrono y Fe: Ubicado al sur del municipio Leonardo Infante del estado Guárico, el apacible pueblo de Espino con su gente afable, llana y sencilla, laboriosa y festiva, cada año espera con ansia y fervor el 24 de junio para celebrar con arpa, cuatro y maracas la fiesta de San Juan Bautista, que es su santo patrón. La fe católica refulge en el corazón de todos sus habitantes, credulidad demostrada desde sus comienzos entre los años 1784 y 1791, cuando se inició como pueblo en estos hermosos y extensos parajes del sureste de la geografía guariqueña próximos al Orinoco medio.
La creación del Curato de San Juan Bautista de Espino fue decretada por el capitán general don Juan Guillelmi el 19 de julio de 1790, como una desmembración del de Santa Rita de Manapire… “La fundación de la nueva parroquia de San Juan Bautista de Espino, con Jurisdicción sobre los sitios de Espino Arriba, Morichalito, La Peña de Marrero, Santa Feliciana, Aracay Abajo, La Barrosa, La Magdalena, El Mereyal, El Butaque, Las Ánimas, La Candelaria y El Tabaco”. El obispo Mariano Martí nombra al padre Silvestre Pérez “Cura que fue de Santa Rita y ahora de Camatagua” para que eche a andar a la nueva parroquia. El 12 de octubre llega el cura don Silvestre Pérez al pueblo, desde donde envía una carta al obispo Martí participándole su llegada; la carta la certifican don Pablo Requena, don Enrique del Castillo y el Teniente Justicia de San Fernando de Cachicamo, Diego Suárez de Aguado, quienes reúnen 225 pesos entre los habitantes para los estipendios del prelado y fijan la congrua del cura en 200 pesos que deben pagar los habitantes “con posibilidades”. La oblata sería de 25 pesos.
Así desde 1790 San Juan Bautista de Espino es parroquia eclesiástica, lo que sin duda reafirma, como desde el establecimiento de los españoles en la zona, la religión católica y la veneración a su santo patrono San Juan Bautista, forma parte del quehacer diario de los espinenses.
Que se tengan noticias, la primera imagen de San Juan Bautista la trajeron a Espino emigrantes canarios alrededor del año 1800. Posteriormente, y en vista del fervoroso culto en torno a la sagrada imagen, San Juan Bautista fue nombrado santo patrono de la parroquia por el padre Felipe Fernández en 1813, herencia de esta antigua devoción es la actual celebración en honor del santo. Así desde 1790, San Juan Bautista de Espino es parroquia eclesiástica, lo que sin duda reafirma, como desde el establecimiento de los españoles en la zona, la religión católica y la veneración a su santo patrono, San Juan Bautista, forma parte del quehacer diario y del imaginario de los espinenses.
La hagiografía de Juan el Bautista señala que es el adelantado de Jesucristo, hijo de Zacarías e Isabel, el que predicaba a las personas el bautismo de penitencia y las incitaba a prepararse para la venida del Mesías. Es considerado como el último y más grande profeta del Antiguo Testamento, su santidad era reconocida por todos, aparece representado en la imaginería religiosa vestido con una piel de cordero, llevando un bastón y un pergamino con las palabras Ecce Agnus Dei (He aquí el Cordero de Dios). La festividad de su nacimiento se celebra el 24 de junio, en su honor cada año la comunidad de Espino y otros pueblos del Guárico, festejan y le rinden culto a su santo patrón.
En cuanto a la erección de la iglesia, las primeras noticias datan del año 1792, cuando el párroco José Antonio de León “construyó la Iglesia de bahareque y tapias y solicita autorización al obispado para oficiar misa en ella”. Además solicita se prorrogue la autorización que prohíbe no continuar confesando en oratorios, de los cuales había varios en su jurisdicción. Esta observación indica que en los hatos de los alrededores había oratorios, aunque no señala en cuales, ni dónde. Se infiere que pudo haber oratorios en Aracay, Santa Feliciana y Las Peñas de Marrero, en las posesiones de los terratenientes Jacobo Ramírez de Salazar, las dos primeras y de Bernabé Gutiérrez, la tercera. Esta Iglesia de bahareque fue quemada por los realistas españoles comandados por Boves, que asolaron el pueblo en 1813.
Los restos del pequeño templo quemado, fueron derribados a finales del año 1847 por el padre Santiago Álvarez, para construir una nueva iglesia de tapia y rafa, con techo de palma y fuertemente empalmada. Una vez concluida la capilla, el 7 de febrero de 1848 solicitó permiso al Vicario encargado del gobierno eclesiástico de Caracas para bendecirla, permiso que le fue concedido el 7 de junio de ese año, es decir, cinco meses después.
En ese orden, en el periódico religioso “La Luz del Santuario” del año 1914, el cronista vallepascuense Jerónimo Escobar Ramírez, expone que la segunda iglesia fue construida con “la contribución en metálico de todos los vecinos, la conclusión del vasto y gentil templo se debe al esfuerzo del señor Juan Félix Ledezma. Dicho Santuario tiene un macizo frontis de mampostería esmeradamente hecho y de eso mismo son los pilares. Dos antiquísimas campanas convocan a los fieles”. Deja saber que Espino está consagrado al santo patrono San Juan Bautista, y además se venera La Purísima. El sostenimiento y el fomento del culto de ambas imágenes es responsabilidad de las hermandades, y el auxiliar de la feligresía es el cura de El Socorro.
Ubicada en el lado norte, frente a la plaza Bolívar, la iglesia San Juan Bautista de Espino es un sencillo edificio de tres naves. La ornamentación de su fachada es sencilla, una cornisa corrida de extremo a extremo con tres picos en forma de pirámides escalonadas que le imprimen horizontalidad a la composición y la elevan hacia el espacio, simbolizando la comunicación con Dios, equilibradas por las medias columnas que enmarcan el acceso y que continúan hasta el tímpano del frontón triangular-acampanado que remata la fachada. Adosada a la derecha tiene la casa parroquial y a la izquierda el campanario, según información aportada por el señor Dionisio Muñoz, las campanas de la iglesia de Espino, eran de la iglesia de Iguana, que las trajeron cuando este pueblo quedó asolado y sus habitantes murieron o emigraron por la epidemia de fiebre amarilla.
Muchos son los sacerdotes y congregaciones religiosas que como tutores espirituales de la parroquia eclesiástica de Espino, regando semillas de esperanza, han contribuido a través de su ejemplar obra espiritual-católica a afianzar la fe en sus habitantes. En los últimos años, resalta la presencia en esos lares de los párrocos José Vanhoof y Saúl Ron Brasch, así como la Congregación Hermanas de la Misericordia que acertadamente dirige la hermana vicaria Nilda Belén Pérez, quienes han marcado hondas huellas en los feligreses de esos confines del sur este guariqueño.
San Juan Bautista, es el patrón de la fe y la esperanza… Este 24 de junio como cada año, la comunidad de Espino festeja y le rinde culto a su santo patrono.
II.- La Batalla de Carabobo: Los pasos que llevaron a la independencia de Venezuela de la Corona española se iniciaron el 19 de abril de 1810, continuaron con la Firma de la Independencia el 5 de julio de 1811, el Decreto de Guerra a Muerte del 15 de junio de 1813 y concluyeron el 24 de junio de 1821 con la Batalla de Carabobo. Dentro del proceso de consolidación de la Gran Colombia.
Desde los sucesos del 19 de abril de 1810 hasta la Batalla de Carabobo en 1821, historiográficamente constituye la referencia temporal fundamental que señala la clausura del ciclo histórico colonial en Venezuela y la apertura de un nuevo conjunto de posibilidades que se presentan ante la sociedad de ese entonces. Es una etapa indicativa del desvelamiento de las posibilidades creadoras del momento y de la disposición de los actores sociales para apropiarse de ellas.
El historiador Guillermo Morón (1974) dice: “La Independencia no fue un movimiento popular, el pueblo que formaba la base de la población no tenía preocupación independentista. La Independencia era una construcción de la inteligencia y de los sentimientos de unas pocas docenas de hombres. La gente, el hombre venezolano, no entendía ni deseaba la independencia. Hubo que imponerla”.
En la Batalla de Carabobo, se enfrentaron los patriotas que luchaban por la independencia, liderados por el Gral. Simón Bolívar,y las fuerzas realistas, comandadas por el mariscal español Miguel de la Torre. El Gral. José Antonio Páez lideró la primera división, integrada por los batallones Bravos de Apure (el poeta Germán Fleitas Beroes, de Camaguán, decía que casi todos los Bravos de Apure eran del Guárico), y voluntarios británicos e irlandeses los cuales lograron derrotar a los realistas españoles.
Fue una muy difícil victoria para las fuerzas independentistas, pero victoria al fin. En la lucha ofrendaron su vida por la independencia patria, no solo el célebre Pedro Camejo “Negro Primero”, sino también el oficial Ambrosio Plaza, el Cnel., inglés Thomas I. Farriar, el Gral., chaguaramero Manuel Cedeño, el Cnel. Julián Mellado natural de El Sombrero… se cuenta que en el fragor de la lucha, Mellado peleaba al lado de su paisano, el Cnel. Juan José Rondón, natural de Espino, y queriendo ser el primero en enfrentar una columna del batallón Valencey, en un gesto de arrojo y valentía con su caballo al galope y disputándole la delantera a Rondón le grita:“compadre, delante de mí, la cabeza de mi caballo”. Poco después su caballo es alanceado y él cae mortalmente herido al recibirmortales descargas que ciegan la vida del glorioso prócer guariqueño.
Históricamente se considera que en la batalla de Carabobo se consolida la independencia venezolana. Desde el año 1949, cada 24 de junio se celebra el Día del Ejército Nacional, reconocimiento a los valientes hombres que lucharon y dieron la vida por la libertad del país en la Independencia de Venezuela.
Valle de la Pascua, lunes 24 de junio de 2019.
*UNESR-Cronista Oficial del Municipio Infante – Valle de la Pascua // fhernandezg457@gmail.com
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