El presidente Nicolás Maduro ya ha asegurado que no pretende adelantar las elecciones presidenciales de finales de 2018
BBC
Notipascua.- Después de tres meses de tregua política y una mesa de diálogo, la oposición en Venezuela regresó este lunes a la calle para protestar contra el gobierno de Nicolás Maduro, pero lo hizo con menos fuerza que en 2016.
Miles de personas se manifestaron en las principales ciudades del país para exigir elecciones, pero los números y el impacto estuvieron lejos de las marchas de septiembre y octubre del año pasado.
«Está en nosotros rescatar el ánimo, reanimar a la gente, que los venezolanos no pierdan la esperanza», dijo en Caracas Henrique Capriles, uno de los líderes opositores y dos veces candidato presidencial.
Aunque estaba rodeado de un mar de gente, era evidente que la movilización en la capital del país no fue como la de las últimas marchas.
A finales de octubre de 2016, la oposición tomó una de las principales autopistas de Caracas después de que varios tribunales y el Consejo Nacional Electoral (CNE) decidieran suspender por un supuesto fraude el proceso de referendo revocatorio contra el presidente Maduro.
Aquel día incluso se convocó para la semana siguiente una marcha hacia el palacio presidencial de Miraflores, un anhelo de muchos opositores, que aún recuerdan que el último llamamiento para ir hacia allí concluyó en 2002 en un fallido golpe de Estado.
Pero finalmente no hubo marcha. La instauración el 30 de octubre de la mesa de diálogo entre gobierno y oposición con el especial acompañamiento del Vaticano hizo que la estrategia de presión en la calle se congelara.
Pasados casi tres meses, el diálogo, que intenta ser reanimado por los mediadores, parece moribundo. Y aunque la oposición trata de descongelar la lucha en la calle, sigue aún muy fría.
«Ha perdido el momento»
«Lo que la oposición no tiene es la misma capacidad de que la gente vuelva a la calle. Ha perdido el momento», dice a BBC Mundo el analista Luis Vicente León.
«Se desinfló el momento. Desmontas la calle para ir al diálogo y no concluye en lo que tú esperabas. Por eso una parte de la población se siente frustrada», explica.
Arturo, que se manifestó este lunes, está de acuerdo con el diálogo, pero asume que ha tenido un costo porque cree que sólo favoreció al gobierno.
«Parte de la oposición ahora manifiesta su rechazo debido al diálogo, pero esperemos que nuestros líderes vuelvan a sacar a la gente a la calle», desea.
«Una vez mas se burlaron de nosotros», apunta Pedro, resignado pese a que defiende haber acudido a la mesa con la mediación del Vaticano.
Coincide con ellos un mucho más veterano Joel. «La gente bajó la intensidad porque la oposición hizo el trabajo, pero mucha gente cree que no lo hizo completo. Han bajado los decibelios, pero los vamos a reconquistar por el afán de democracia que hay en el país», afirma esperanzado.
Elecciones regionales y municipales
La oposición concentró sus fuerzas en 2016 en lograr un referendo revocatorio que habría supuesto la eventual salida de Maduro y la convocatoria de elecciones.
Una vez descartado, desapareció la esperanza de cambio que tenían muchos, ahora abocados a esperar a las presidenciales de finales de 2018.
Mientras, la oposición denuncia que el gobierno secuestró el derecho al voto y reclama la convocatoria de elecciones regionales -que deberían haberse celebrado a final de 2016- y municipales, ambas previstas por el CNE en 2017 pero aún sin fecha.
El órgano electoral aseguró el año pasado que las regionales serán a final del primer semestre, y las municipales, a final de año.
La oposición considera que la única salida a la grave crisis económica que sufre el país y a la inseguridad ciudadana es un cambio de gobierno y poner fin así a 17 años de chavismo, primero con Hugo Chávez y desde 2013 con Maduro.
El mandatario afirma que no hay ningún plan de adelantar las elecciones presidenciales, previstas para final de 2018, y culpa de la crisis a una «guerra económica» por parte de sectores de la oposición y gobiernos extranjeros. En las últimas semanas el gobierno ha insistido en denunciar presuntos planes golpistas e incluso creó el «comando antigolpe».
División
Luis Vicente León aporta además otro factor a la pérdida de ímpetu de la oposición: la división entre los liderazgos de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que agrupa a gran parte de la oposición y que está en pleno proceso de reestructuración.
«¿Dónde están los líderes?», gritaba este lunes un señor, que se esforzaba por convencer a los más tímidos a plantarle cara a las fuerzas de seguridad, que en gran número cortaban el paso a los manifestantes a mucha distancia de cualquier sede del CNE en la capital.
Hay otros motivos que apunta León en su análisis de las causas de la «pérdida de esperanza».
«El gobierno ha radicalizado su posición frente a la oposición y frente a quien se opone a él», dice en referencia a las últimas detenciones que el gobierno justifica por supuestos planes violentos.
Las fuerzas del orden usaron gases lacrimógenos contra los manifestantes en varias ciudades del interior, según reportan los medios locales.
La energía cinética
Pero que la oposición haya perdido ímpetu no quiere decir que no vayan a seguir peleando.
«Que tenga menor capacidad de convocatoria para una marcha no significa que la oposición sea pequeña o haya cambiado la relación de fuerzas», dice Luis Vicente León.
«La necesidad va a crear ese ímpetu», afirma el joven opositor Arturo, convencido de que volverán las manifestaciones masivas.
León considera que la oposición tiene a su favor una cosa en su lucha contra el gobierno: los enormes problemas del país. «La economía sigue muy deteriorada, el país está terriblemente mal y la mayoría quiere cambios».
Pero la tarea de la oposición en su afán de presionar al gobierno no es fácil. «Su gran reto es convertir la energía potencial en energía cinética», dice el analista.
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