FELIPE HERNÁNDEZ G.*
Hace 208 años, el 5 de julio de 1811 se declaró la Independencia de nuestro país, resolución tomada por los representantes del pueblo de Venezuela quienes, con esa decisión, transformaron para siempre nuestra Historia Patria.
El significado de este acto de soberanía está claramente establecido en el Acta de la Independencia. Allí, en uno de sus párrafos, dice lo siguiente: “Con la voluntad y autoridad que tenemos del virtuoso pueblo de Venezuela, declaramos solemnemente al mundo que sus Provincias Unidas son, y deben ser desde hoy, de hecho y de derecho, Estados libres, soberanos e independientes y que están absueltos de toda sumisión y dependencia de la Corona de España o de los que se dicen o dijeren sus apoderados o representantes, y que como tal Estado libre e independiente tiene un pleno poder para darse la forma de gobierno que sea conforme a la voluntad general de sus pueblos”.
La declaración de la Independencia, además de convertirnos en un Estado libre, soberano e independiente de la Corona Española, tuvo una implicación y una trascendencia que va más allá de lo que significó en aquel momento romper el vínculo de sumisión y dependencia con el gobierno de la monarquía.
En ese orden, la historiadora Inés Quintero (2017), afirma: “Como bien lo señala el texto, a partir de esa resolución, quedaba ese Estado en libertad de darse el gobierno que fuese conforme a la voluntad de los pueblos, por tanto, desde ese mismo instante, quedó explícitamente establecido que la base de la legitimidad estaba en el pueblo. Comenzó así, con esa declaración y esa determinación sustentada en el principio de la representación, el largo y sostenido proceso de construcción de la República que nos ha acompañado desde entonces” y que hoy, 208 años después, su conservación su protección y su defensa constituyen un compromiso ineludible e insoslayable para todos los venezolanos, sin distinciones.
Un aspecto fundamental que es importante destacar tiene que ver con el hecho de que al quedar abolido el vínculo que nos unía a la corona española, la soberanía dejó de residir en el rey y quedó traspasada en todo derecho al ciudadano, único depositario de ella. Romper con la monarquía representó la más contundente y trascendente revolución que haya ocurrido entre nosotros: dejamos de ser súbditos de la monarquía española y pasamos a ser ciudadanos libres para decidir la forma de gobierno que nos resultara más conveniente. Fue así como el Congreso General de Venezuela, en nombre y por la autoridad del pueblo a quien representaba, dejó consagrada esta perdurable transformación en la Constitución Federal para los Estados de Venezuela, sancionada el 21 de diciembre de 1811. Allí quedaron establecidos los fundamentos de la República Federal: la división de los poderes públicos; la alternancia en el poder; el sistema representativo, la abolición de los fueros y privilegios, los deberes y derechos de los ciudadanos, la consagración del principio de la igualdad y los límites y atribuciones de cada uno de los poderes públicos.
Quienes pusieron su firma al pie de la declaración de la Independencia y refrendaron también con sus firmas esta primera Constitución de Venezuela, lo hicieron investidos de la legítima autoridad que les otorgó haber sido elegidos para ello como representantes de cada una de las provincias que participaron en las primeras elecciones que se realizaron en Venezuela. Estas elecciones estuvieron sujetas a lo establecido en el Reglamento Electoral redactado por el prócer civil guariqueño, el Dr. Juan Germán Roscio y aprobado por la Junta Suprema de Caracas, en junio de 1810.
En los años posteriores a la declaración de la Independencia, se le otorgó más relevancia al alcance político que tuvo la ruptura con España que a su significación como referente de nuestros inicios como república. Las conmemoraciones que se hicieron durante los años de la guerra e incluso las fiestas cívicas que se conmemoraban mientras Venezuela formó parte de la República de Colombia hasta 1830, estuvieron referidas exclusivamente a la importancia del 5 de julio de 1811 como el día en el cual se declaró la Independencia absoluta de España. Situación que se va a prolongar hasta 1834, cuando el Congreso de Venezuela decretó por primera vez el 19 de abril de 1810 y el 5 de julio de 1811, como los grandes días nacionales, en los dos casos ambas fechas quedaron asociadas a lo que el historiador Rogelio Altez (2017), ha calificado como el mito genésico de la Nación, el propósito fue perpetuarlas como hitos gloriosos de la épica independentista, punto de partida de la Nación, despojándolas de sus contenidos específicos y sin establecer diferencias entre una y otra.
El 5 de julio de 1811 fue la primera experiencia representativa de nuestra historia y el momento en el cual se fijó un principio esencial de la vida republicana: aquel según el cual sólo es legítimo el poder que emana del pueblo, porque es en el pueblo donde reside la soberanía.
Hoy nos corresponde a nosotros, a los venezolanos del presente, a todos, sin ningún tipo de distinciones, comprometernos con el sostenimiento de la República, de la misma manera que lo hicieron los venezolanos en el pasado, con la misma constancia, con el mismo coraje, con las mismas convicciones y con la misma determinación de vencer las diferencias y de encontrar las fórmulas de entendimiento y encuentro que garanticen la convivencia ciudadana en el marco de los principios y las prácticas republicanas, sólo así podremos conservar la República, el más sólido y perdurable referente histórico que tenemos como venezolanos. La Historia nos compromete, antes como ahora, con su defensa. Depende de cada uno de nosotros…
Valle de la Pascua, jueves 04 de junio de 2019.
*Cronista Oficial del Municipio Leonardo Infante- Valle de la Pascua / fhernandezg457@gmail.com
7,561 total views